EL IMPRESIONANTE MAR ROJO
Después de la espectacular visita a Petra, nuestro guía nos ofertó -y nos vendió- una excursión a Aqaba, para ver el Mar Rojo, contemplar sus corales y disfrutar de un chapuzón.
El autobús nos trasladó por la conocida como "autopista del desierto", desde Petra hasta Ácaba, directamente hasta el puerto y en una embarcación, con un estrecho añadido en el suelo de cristal, que parecía una pecera y permitía ver el fondo con los famosos corales. Eso si; en el reducido espacio del medio metro cuadrado del improvisado visor.
No por nada se dice que en Aqaba se puede vivir una de las mejores experiencias de buceo del mundo. Esto es así, gracias a que el arrecife nace prácticamente en el borde del agua, perdiéndose en un desfiladero submarino a pocos metros de la orilla. Sin duda, bonita experiencia y vivencia, pero con tiempo, que era nuestra fatal limitación.