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2.023-05-20 NIDO DEL TIGRE

 

Día 7 en Bután. -sábado día 20 de mayo-

Paro- Monasterio de Taktsang Palphug -Nido del Tigre-

Ya decía hace mas de 2500 años el ‘viejo maestro’ Lao Tsé, el gran erudito y uno de los filósofos mas relevantes de la civilización  china, que un viaje de mil millas comienza con un solo paso. Y yo le dí, cuando tomé la decisión de viajar hasta este recóndito y casi secreto pequeño país en los himalayas. Durante siglos Bután fue un reino secreto, tal como lo bautizara el viajero francés Michel Peissel en el libro que dedicó al país en 1971.


Uno de los motivos de elegir Bután era poder visitar y fotografiar este monasterio, que ya me dejo impresionado cuando lo ví en una revista de National Geographic. Dicen que subir a este monasterio, es hacer una de las peregrinaciones más sagradas del budismo. Y posiblemente, por su emplazamiento, es el monasterio más espectacular de toda Asia. Yo en religiones, con el debido respeto, soy un poco escéptico. Así que me decanté por la espectacularidad del lugar y la curiosidad de conocer el pequeño reino con el sobrenombre del País de la Felicidad.


Los monasterios se construyen en lugares lejanos "con el objetivo de que te esfuerces para llegar”, “Si te esfuerzas, te purificas”

Llegó uno de los días más esperados de nuestra estancia en Bután: Subir al icónico Nido del Tigre, el monumento más famoso del país. Uno de los símbolos de este pequeño reino perdido en los Himalayas, conocido como «el reino de la felicidad» o «la tierra del dragón de trueno«, es sin lugar a dudas el monasterio sagrado de Taktsang Lhakang, comúnmente conocido como Nido del Tigre.

La estrella, el objetivo, el imán de los miles de viajeros que alguna vez en su vida se plantean viajar a Bután no puede ser otro que el Nido del Tigre. De hecho no son pocos, como en mi caso, quienes saben de la existencia del pequeño país asiático porque en alguna ocasión han visto una fotografía de este lugar impactante, que se asoma al abismo en un acantilado situado a nada menos que 3120 metros de altura, aproximadamente a 900 metros por encima del valle de Paro, en el lado derecho del rio Paro Chu.  Parece de ciencia ficción, de película de aventuras. Y, de una forma u otra, acceder a este monasterio, tiene mucho precisamente de aventura. Este complejo religioso y sagrado recuerda la estancia del Gurú Rinpoche Padmasambhava, el precioso maestro que la tradición asegura, nació en una flor de loto y que fue el encargado de trasladar los principios y fundamentos del budismo tibetano hasta los valles y montañas que hoy constituyen el apacible reino de Bhután y tradicionalmente venerado como la segunda reencarnación de Buda, en una de sus cuevas donde se retiró a luchar contra los demonios y a meditar. ¿Y sabéis cómo cuenta la leyenda que llegó a este sitio tan apartado e insólito? Desde el Tíbet, a lomos de una tigresa, que, por cierto, ¿era su consorte transmutada! Y es que las historias a cerca de la tradición budista, son de lo más excéntricas que te puedas imaginar. De ahí que a Taktshang, que es el nombre oficial del lugar, se le conozca como Nido del Tigre.

Dicen que aún quedan lugares capaces de sorprender al más viajado. Y nos han asegurado que este es uno de ellos.

Hay que reconocer que en lo que llevamos de viaje hemos visto sitios y monumentos sorprendentes. Pero las expectativas para el día de hoy auguran una extraordinaria excursión. Dicen que es la excursión más famosa de todo Bután y la visita al templo más escenográfico de todo el país. Un prodigio de ingeniería y arquitectura.

Desayuno y salimos del hotel sobre las 8h hacia el conjunto monástico de Taktshang que está localizado 10 kilómetros al norte de Paro. Dejando la carretera asfaltada en el aparcamiento situado pasada la localidad de Shari, en el valle de Paro, hay que acometer un relajante paseo entre bosques. En el aparcamiento hay varias furgonetas y coches que trasladan a los turistas para hacer el trekking. Aquí, al inicio del recorrido, también es posible alquilar bastones para la caminata.


Al inicio, también es posible contratar la excursión en mulas, que finaliza en la cafetería ubicada aproximadamente a mitad de camino. Nuestra compañera Sao, opta por la cómoda decisión de subir a lomos de uno de estos resistentes animales.



Ya desde abajo, se observa el monasterio en la picuda y vertical roca, y se aprecian los edificios del monasterio que están construidos y solapados en la pared rocosa como una lagartija. Te preguntas como vas a llegar hasta ese lugar que parece inaccesible, sin hacer escalada.

El sendero de ascenso es una continua subida, no excesivamente fuerte. Pero comenzamos a más de 2000 m de altitud y vamos a superar los tres mil metros, por lo que no hay que subestimarla de ninguna manera. Hacer el mínimo esfuerzo físico por encima de los 3.000 metros pone a prueba la capacidad pulmonar de cualquiera.

Esta mañana nos hemos propuesto un gran reto, imitar al gran gurú Padmasmabhava y llegar hasta el nido del tigre. Pero no volando, eso solo está reservado para gurús tántricos. Nosotros andando. Comenzamos el ascenso desde la parte inferior del valle, con el objetivo de llegar hasta el templo, 900 metros más arriba, a unos 3.200 metros de altitud.

Se atraviesa un hermoso bosque de coníferas de Pinos azules del Himalaya y coloridos rododendros, también conocido como pino de Bután, dejando atrás estupas con molinos de oración movidos por la corriente del agua. En pocos minutos llegábamos a uno de estos molinos. 

Esta especie de pinos azules (Pinus wallichiana) se caracteriza por tener piñas cilíndricas colgantes.



Situado en la vertiente sur del Himalaya, Bután es regado generosamente por las lluvias monzónicas. Sus valles tienen el típico aspecto alpino, con grandes bosques y nosotros ascenderemos entre pinares combinados con robles y rododendros.




 
Este primer tramo hasta el mirador de la cafetería, es quizás el tramo más largo y con mayor pendiente. El sendero entre el bosque, está muy bien condicionado y zigzagueando durante poco más de una hora alcanzaremos el mirador, con una pequeña  cafetería. Sao ha cazado esta preciosa imagen de una ave, mientras hacía el ascenso.

Hacemos el ascenso con tranquilidad y haciendo paradas para sacar fotos. Como dicen los guías bereberes en Marruecos cuando ascendemos al Atlas ¡prisa mata!. No tiene dificultades, pero puede entrañar problemas por falta de adaptación a la altura. Por este motivo, generalmente las agencias suelen dedicar el último día de viaje para la excursión, aprovechando que durante nuestra estancia en Bután nos hayamos podido aclimatar.

El camino está muy pisoteado y polvoriento por el paso de los mulos y del gran numero de turistas que diariamente hacen este recorrido.







En un tramo del recorrido, nos adelantan un grupo de turistas chinos que hacen el ascenso a lomos de las mulas. Según se asciende, en los claros del bosque, se nos ofrecen unas hermosas vistas hacia las montañas cercanas y el valle sagrado de Paro, con la ciudad encajonada al fondo.



A lo largo de todo el camino ondean cientos de  banderas de plegaria que dan colorido a la senda. En estos coloridos trozos de tela, se encuentran inscritos diferentes mantras de origen tibetano, y son frecuentemente enarboladas alrededor de los templos, así como en cumbres y pasos de montaña en todo el Himalaya. Simbolizando la protección contra las fuerzas del mal, la energía positiva, la vitalidad y la buena suerte.



Sus cinco colores representan los elementos en la cosmogonía tibetana, y se encuentran ordenadas de izquierda a derecha en un orden específico. El color azul simboliza el cielo y el espacio, el blanco el aire y el viento, el rojo el fuego, el verde el agua y el color amarillo simboliza la tierra.


En la primera parte del trayecto hay dos puntos para hacer un breve descanso. Una zona llana, donde hay una rueda de oración y desde donde, si está despejado, se puede ver el templo. Y otra zona donde hay una cafetería, con un estupendo mirador desde donde contemplar frente a nosotros, el Nido del Tigre.








Poco más de una hora de caminata y llego a la entrada del mirador de la cafetería. Sao lleva un buen rato sentada en la terraza y disfrutando de la espectacular vista que se contempla de frente. El monasterio encaramado sobre el acantilado. Durante el trayecto, en los claros es posible distinguir el monasterio como un pequeño punto confundido en la frondosidad del bosque. Pero desde este mirador tenemos el objetivo a mano. ¡Nuestra llegada al Nido del Tigre la tenemos muy cerca!.

Al rato, llegan Nidia y Dinorah y estamos un buen rato sentados en la terraza de la cafetería.


Permite contemplar y admirar pausadamente entre las flores rojas de los rododendros, cómo el monasterio desafía la verticalidad brindando una de las panorámicas más cautivadoras de esta increíble obra arquitectónica.



Cuesta imaginar como alguien podría planificar y desarrollar su construcción, incluso si se contase con los métodos tecnológicos actuales. Según la tradición, el edificio original estaba anclado a la roca gracias al pelo del khandroma. Celestiales figuras femeninas que habrían transportado el material de construcción cuesta arriba cargándolo a la espalda. Similares a los ángeles en otras religiones o mitologías, y en sentidos esotérico se representa como una bruja blanca. Todo ello asociado al budismo tibetano Vajrayana.


No tenemos ninguna prisa y estamos un buen rato en este lugar disfrutando de las estupendas vistas t recuperando fuerzas para seguir el recorrido final.



Reiniciamos la marcha para acometer el tramo final. Este tramo hay que realizarlo caminando, la excursión a mula se acaba en el mirador de la cafetería. Sao opta por quedarse en el mirador  disfrutando de la panorámica y nos espera hasta la vuelta.

Tenemos un ascenso de unos cuarenta minutos hasta otro mirador que nos sitúa a la altura del monasterio. 



Seguimos ascendiendo y al final, antes de llegar al mirador, se suaviza y caminamos prácticamente sin desnivel. Esta zona  lleva el nombre simbólico de las «Cien mil hadas»






Pasamos al lado de una pequeña construcción que parece ser una casa de huéspedes del monasterio y sobre nuestras cabezas cuelgan edificios, que imagino serán lugar de retiro para los monjes. ¡Increíble! Hay todo un grupo de pequeñas construcciones que se aferran a la montaña.

 

Emocionaba llegar a esa curva donde hay un pequeño mirador y de repente te encuentras con él monasterio de frente, desafiando el acantilado. Posiblemente, desde donde se sacan las mejores fotos del conjunto monástico. Desde este rincón se han sacado todas las fotos que aparecen en revistas de viajes y en las webs de los touroperadores. Desde el mirador, comienza la bajada con escaleras. El camino se transforma en una estrecha escalerilla protegida por una barandilla. Hay que bajar 700 escalones. Lo que pasa es que después de bajarlos hay que cruzar un puente de madera y subir otros 300. Pero por el momento, somos espectadores de la magnitud de esta belleza artística. Lógicamente, estamos un buen rato admirando la vista y sacando fotografías.


El monasterio fue construido alrededor de la cueva Taktsang Senge Samdup, donde la tradición sostiene que el Gurú indio Padmasambhava meditó en el siglo VIII. Voló al lugar desde el Tíbet sobre la espalda de Yeshe Tsogyal, su esposa, quien se transmutó en tigresa y llegó hasta al acantilado. Vino hasta aquí para someter a los demonios locales que estaban ocasionando problemas a los habitantes del valle de Paro. Quedó tan impresionado por este acantilado colgado del valle del Paro a 3100 metros sobre el nivel del mar, que se mantuvo meditando en una cueva, de las trece existentes, durante tres años, tres meses, tres semanas, tres días y tres horas. Y el lugar fue señalado como el sitio indicado para levantar un monasterio. Él estableció el budismo y la escuela Nyingmapa del budismo Mahayana en el país, y ha sido considerado el “santo protector de Bután”.

El Gurú Rimpoché volvió cien años después a este sitio, esta vez reencarnado como Tenzin Rabgye. Sería el hombre que construyó la estructura y convertiría la cueva dónde estuvo meditando, en un templo.

Esconde numerosas historias y leyendas míticas budistas. Sobre la realidad o ficción de estas historias, son las cosas que nos explican los guías y tenemos que creerlas al pie de la letra...


Las historias del budismo son de lo más rocambolesco que te puedas imaginar. Gurú Rinpoche tuvo 8 manifestaciones distintas -8 formas diferentes de mostrarse- obrando diferentes milagros en cada una de ellas, con lo que el hecho de que su esposa se convirtiese en una tigresa sobre la que volaba, te acaba pareciendo de lo más lógico del mundo.


Nosotros hemos necesitado unas buenas tres horas de subida para hallarnos frente al templo y disfrutar de su muy peculiar imagen. La recompensa merece bien el esfuerzo. A nuestros pies, el precioso valle de Paro. Es el colofón de un viaje por este lugar de ensueño. El semblante del monasterio, parece encajar a la perfección en la configuración de todo el conjunto, pegado como una lapa sobre el acantilado. Los edificios de corte cuadrado que componen el monasterio se hallan, literalmente, pegados a un precipicio vertical. El resultado es un monasterio convertido en el gran icono cultural de Bután.

                   

El voladizo de roca permite pocas anchuras en la construcción de los edificios. Pero su situación lo convierte en un fijo en listas de éstas que arrasan en Internet, tipo “Los 10 lugares más bellos”, “Los 10 sitios más recónditos”, “Los 10 monasterios más originales”…

Cuantas veces habrán rezado los monjes residentes a Buda y a Padmasambhava para que el monasterio no se precipite al valle. Los lugareños dicen que el monasterio de Taktsang se agarra a la montaña como un gecko o pequeño lagarto.



Las construcciones llaman la atención por su blanco inmaculado en contraste con sus techos dorados que desafían a la ley de la gravedad. Cuesta creer que la mano del ser humano estuviera detrás de este prodigio de la ingeniería. Que Buda hubiese permitido arriesgar la vida de unos cuantos obreros que hicieron las veces de funambulistas para crear esta joya arquitectónica. 


La última vista del Nido del Tigre antes de bajar las escaleras para acceder al puente de madera que cruza el río, es indescriptible. Frente a frente con él, conmueve la idea de pensar en el esfuerzo que supuso construir semejante edificio sobre un lugar tan insólito e imposible. Y es cuando invade la sensación plena y el convencimiento de que en esta ocasión el hombre y la naturaleza se abrazan en perfecta comunión mostrando al mundo algo maravilloso.

Las escaleras que bajan al barranco, y que suben después al monasterio, reclaman un esfuerzo que merece la pena, con la culminación en el Nido del Tigre



Continuamos por el sendero que desciende a través de las escalerillas, y que conduce hasta una estrecha pasarela de piedra. Aquí, se precipita una preciosa y pronunciada cascada. Al cruzar el puente, el sonido del agua cayendo por el acantilado en cascada celebra que solo queda subir unos peldaños para llegar a nuestro objetivo.


A la orilla del camino ofrendas de pequeñas piedras. Nuestro guía Norbu nos comentó que tienen el mismo significado que las banderas de oración para las personas fallecidas.

Pasamos un puente y la cascada, a nuestra izquierda, en una grieta, la Singye Pelphu Lhakhang (Cueva del León de las Nieves), una ermita destinada a la meditación (y vinculada a la esposa de Guru Rinpoche, Yeshe Tshogyel) situada en una posición espectacular en un entrante en la roca, antes de llegar a la entrada del monasterio.



Ermita Singye Pelphu Lhakhang

En ninguno de los monasterios del país está permitido usar la cámara de fotos, aunque en este lugar, son mucho más precavidos y exigentes con ello. Antes de llegar, te obligan a dejar la mochila con todas las cosas en una taquilla. Por su puesto, también te obligan a dejar el móvil y la cámara de fotos. A nosotros nos dijo Norbu que lo dejásemos todo al lado del guarda de seguridad.




El conjunto se compone de cuatro templos principales y varios centros de acogida, todos ellos conectados entre sí por escaleras directamente esculpidas en la roca y diseñados para adaptarse a los salientes de granito, las cuevas y el terreno pedregoso. La cueva donde Padmasmabhava entró primero, montando el Tigre, es llamada 'Tholu Phuk', y la cueva original donde residió e hizo la meditación se conoce como 'Pel Phuk'. Desde cada uno de los balcones de los templos se tiene unas espectaculares vistas con diferentes perspectivas sobre el valle de Paro.

Un conjunto de construcciones compuesto de capillas, viviendas de una exquisita decoración y lugares sagrados en los que encontrarás diferentes altares colmados de ofrendas por parte de los fieles que se acercan aquí, a lo más cercano al fin del mundo, para honrar la memoria de un gurú Riponche cuya imagen es recurrente en cada uno de los templos. Siempre con imágenes doradas de Guru Rinpoche en sus diferentes manifestaciones y a sus pies ofrendas: arroz, galletas, agua y dinero.

Al entrar al complejo pasas bajo las imágenes del Rigsum Goempo que representa a la triada de Bodhisattvas; El de la sabiduría Jampelyang, el de la compasión Chenresig y el de la acción Chana Dorje. A la derecha una piedra reliquia; Los butaneses se detienen aquí delante, cierran los ojos e intentan introducir el pulgar en un pequeño agujero practicado en la roca, para pasar una especie de prueba kármica.

Los templos albergan pinturas ornamentadas que representan la mitología budista. Pinturas sobre la roca viva, budas de ojos rasgados, dioses con rostros plácidos, o caras de monstruos de ojos muy abiertos y dientes amenazantes. En una de ellas se puede ver a Padmasambhava a lomos de la tigresa, matando todos los demonios habidos en el lugar. Cuando este importante santo visitó esta zona adquirió la forma del terrible y colérica de  Dorje Drolo, una de las 8 manifestaciones que posee, y bajo esta forma venció diferentes demonios y fuerzas malignas que habitaban el valle para después meditar en la cueva sobre la que actualmente se encuentra el Nido del Tigre.

Caminamos de templo en templo impresionados con lo bonito que son en el interior, iluminados con gran cantidad de velas encendidas. Pasando por cada una de las ornamentadas y coloridas dependencias, íbamos percibiendo cómo éste es el lugar en el que el solape de magia y religión alcanza su máxima expresión.

Con el esqueleto y los tejados de madera y miles de lamparillas de mantequilla iluminando los altares, era casi inevitable que a lo largo de su historia se declararan diferentes incendios. No se sabe si un cortocircuito eléctrico o las lámparas de manteca que iluminaban los tapices colgantes, fueron la causa del incendio sufrido el 19 de abril de 1998, que destruyó la estructura principal del templo y todo su contenido de valiosas pinturas, objetos y estatuillas. La reconstrucción comenzó en el año 2000, considerado como auspicioso, llegando a costar 130 millones de ngultrum (aprox. 2.000.000 euros).

Ahora hay instalados extintores en los edificios. Pero la verdad no me daban mucha garantía por su aspecto.


Imagen de Padmasambhava en el templo Taktshang de Bután (Getty Images)

                                                  Foto internet.
Dentro del monasterio el templo más importante es el llamado Drubkhang o Pelphu Lhakhang. En el interior se encuentra el acceso a la cueva donde meditó Gurú Rimpoche. La entrada a la cueva se encuentra cerrada por una puerta dorada. En esta cueva es donde se supone que el Segundo Buda meditó durante aquellos tres años, tres meses, tres semanas, tres días y tres horas para derrotar a los demonios del lugar. Las paredes decoradas con murales donde se ven las ocho manifestaciones distintas en las que Guru Rinpoche se presentó a lo largo de su vida.

En la sala de los Mil Budas, esculpida en la roca, se encuentra la estatua de un tigre. El tigre es el símbolo de este monasterio, es un recuerdo a la leyenda que lo rodea. En el templo principal de el Monasterio hay una gran rueda de oración. A las 4 de la mañana la hacen girar los monjes para empezar el día con buen pie.

               




         


Una incómoda nube nos mandó un poquito de agua, pero no fue nada. Solo unos breves minutos.


Después de visitar el Nido del Tigre, es posible tomar un sendero lateral por un angosto camino señalizado cuesta arriba durante quince minutos, hasta el pequeño templo de Machig-Phu Lhakhang donde van a pedir por sus hijos los habitantes de Bután
y también acercarse a las pequeñas edificaciones circundantes que se desparraman por la cima alrededor del monasterio. 

Sin duda alguna, el Nido del Tigre es la joya de la corona en el reino más desconocido del Mundo. Para nosotros, supuso la guinda de una tarta muy especial. El colofón de nuestro viaje al país de la felicidad. El final de nuestra aventura a través del Reino de Bhután.

Después de la visita al monasterio, toca desandar el camino de ascenso. En primera instancia, hasta el mirador de la cafetería, donde nos está esperando Sao. Después el descenso hasta el parking para tomar la furgoneta y regresar al hotel.


El primer reto, bajar los 300 escalones hasta la cascada para acometer el ascenso de otros 700  hasta el mirador frente al monasterio. La bajada hasta la cafetería, salvo el primer tramo llano, tiene bastante pendiente, por lo que hay que bajar muy despacio y con cuidado.

Al llegar al mirador, vista atrás para poder disfrutar de la espectacular imagen del monasterio. Sin duda y si puedes, este es un lugar que tienes se visitar una vez en la vida. Un lugar, antaño secreto y hoy en día con numerosas visitas diarias. 

Se dice que tienes que peregrinar tres veces al Nido del Tigre, si quieres tener una larga vida. Echo un último vistazo y en mi interior algo me dice, que no me importaría volver a este lugar.



No tenemos ninguna prisa. Con el objetivo cumplido, una bajada distendida hasta la cafetería, donde volvemos a quedarnos un buen rato. El descenso hasta el parking se hace un poco pesado. No obstante, con ritmo pausado, nos tomamos tres horas para hacer todo el descenso desde el monasterio.


RECORRIDO



Regreso al hotel para tomar un merecido descanso. Norbu nos ha propuesto un relajante baño de piedras calientes a media tarde, típico butanés y practicado desde la antiguedad. Un relajante baño termal mineral  para recuperarnos de la caminata.

Una de las mejores maneras de relajarse después de un largo día de trekking. El baño de piedras calientes es un ritual en sí mismo, las rocas del río se calientan hasta que se ponen candentes y se dejan caer gradualmente en una tina de madera llena de agua donde se también se esparcen hojas de Artemisia y otras plantas curativas que hidratan la piel y liberan aromas naturales.. Las rocas ardientes calientan el agua gradualmente y así liberan sus minerales sulfurados con efecto terapéutico en el agua.

En la lengua dzongkha se denomina dotsho o Menchu y es una práctica equivalente al onsen japonés, el hammam turco o la sauna escandinava.






Es típico en Bután y, según dicen, tiene muchos valores medicinales. En una especie de cabaña, donde estaba a ras de suelo, la mitad de una bañera de madera. La otra mitad estaba en el exterior de la cabaña, que es donde colocaban las piedras incandescentes. A medida que pasa el tiempo si lo deseas vas pidiendo que te pongan más piedras, depende de lo uno pueda aguantar. ¡el agua estaba muy muy caliente!

Dicen que cuanto más caliente está el agua, mejor. Yo estuve un rato esperando a que el agua templara y después, me introduje en la bañera o tina de madera para disfrutar del relajante baño. Tiene un efecto relajante casi instantáneo y una sensación de relax invade el cuerpo. Estoy solo en el baño y pienso por un momento, que a mi lado está un tranquilo monje budista recitando el que es probablemente el mantra más famoso del budismo <<Om mani padme hum>>, el mantra de seis sílabas del bodhisattva de la compasión. Seis sílabas que repite 108 veces para atraer y llenar el local de paz interior.

Esta bonita experiencia sirve de colofón para cerrar el viaje a este pequeño país auténticamente especial y desconocido, encantador y curioso. En el que hemos disfrutado cinco estupendos días, conociendo a sus gentes, su cultura y tradiciones casi intactas, monasterios y Dzongs. Un país cuya orografía está salpicada por las impresionantes montañas del Himalaya y donde no se puede subir a sus picos, porque sus dioses no estarían tranquilos con la invasión de los alpinistas en sus montañas.

Protegido por una política que lo mantuvo aislado del turismo hasta 1974. Bután es un reino donde el paso del tiempo apenas se percibe. Hay muchas y buenas razones para visitar este país surasiático con un accidentado paisaje y ubicado en un entorno inolvidable en la cordillera del Himalaya

¡Un país casi de cuento!

Y solo queda despedirnos. Mañana vuelo de vuelta a Katmandú. Nos levantaremos sobre las cuatro de la madrugada para trasladarnos al aeropuerto de Paro. 



  

 







ME VOY FELIZ DE UN PAÍS FELIZ

Notas de un articulo de Luis Rodríguez Calles: «Felicidad Interior Bruta (FIB): una vía política para otro desarrollo» pertenece a la sección EXPERIENCIAS del número 150 de Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global.

Recoge la Real Academia Española (RAE) que la felicidad es el estado de ánimo de la persona que se siente plenamente satisfecha por gozar de lo que desea o por disfrutar de algo bueno. Sin duda yo he disfrutado de unos días más que buenos ¡estupendos!, en este pequeño reino del dragón, cuyo viaje ya me planteé hace ya tres años y me lo trastornó el Covid . Pero ya en los preparativos, tuve que buscar en el globo terráqueo dónde estaba este pequeño país de la felicidad por excelencia. Aunque parece ser, que no figura entre los primeros de la lista en ese ranking. 

Si bien desconozco cuales serán los parámetros para medir la felicidad de un país. En el mapamundi de la felicidad, una investigación dirigida por el profesor Adrian White en la Universidad de Leicester (Reino Unido) en 2006, Bután resultó ser el octavo más feliz de los 178 países estudiados (por detrás de Dinamarca, Suiza, Austria, Islandia, Bahamas, Finlandia y Suecia). Y era el único entre los 10 primeros con un PIB per cápita muy bajo (5.312 dólares en 2008, seis veces menor que el español).

Bután es una de las economías más pequeñas del mundo, basada en la agricultura (a la que se dedica el 80% de la población), la venta de energía hidráulica a la India y el turismo. Y es un país altamente dependiente de la ayuda externa, casi totalmente de la India. Pero el anterior rey de Bután y padre del actual, inició un conjunto de medidas en políticas públicas, con base en un desarrollo moral de tipo budista. Una novedosa concepción sobre cuál debería ser el camino al desarrollo en Bután en torno al concepto de Felicidad Interior Bruta (FIB), en oposición al Producto Interior Bruto, medida por excelencia del desarrollo de los países del Norte. 

Jigme Singye Wangchuck, el más célebre expresidente butanés, educado en el Reino Unido, casado con cuatro hermanas y padre de 10 hijos, uno de los cuales es el actual rey. En una entrevista para el New York Times, publicada el 29 de abril de 1980, contestaba a una pregunta sobre el crecimiento y el desarrollo en Bután diciendo que «existe el producto interior bruto, pero también una felicidad interior bruta» para medirlos. Introdujo ese nuevo concepto en respuesta a las críticas sobre la pobreza económica de su país. El objetivo del FIB es conseguir ese desarrollo equilibrado en todas las facetas de la vida que son esenciales, buscando un equilibrio entre valores materialistas y no materialistas.

Michael T. Kaufman, autor del artículo, remarcaba las siguientes palabras del rey de Bután:

Mientras que resulta importante mejorar las condiciones de vida del país, otras condiciones relacionadas con la felicidad no debían ser puestas en peligro por el camino al desarrollo perseguido.

La Felicidad Interior Bruta (FIB) en Bután ha sido proclamada como un elemento central de la vida en el país y el país ha sido bautizado como una «economía de la felicidad». Intelectuales como Jeffrey Sachs, Joseph Stiglitz o el expresidente francés Nicolás Sarkozy han puesto el foco de estudio en Bután y su novedosa concepción del desarrollo en torno al concepto de Felicidad Interior Bruta (FIB).

Pero ¿hasta qué punto puede Bután exportar la idea de la felicidad como objetivo o fin último de la política pública? Los esfuerzos por internacionalizar el relato en torno al FIB por parte de Bután ya han comenzado. El punto de partida pudo haber sido el año 2011, cuando Bután logró que la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobase una resolución que invitaba a los países a apostar por la elaboración de medidas adicionales que logren capturar la importancia de la felicidad y el bienestar en el desarrollo de las naciones, con el propósito de que sean capaces de orientar las políticas públicas de sus gobiernos hacia ese fin. Este objetivo, además, ha sido incluido como uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) para 2020, así como en la agenda 2030. En esta línea, se creó en 2012 un grupo internacional de investigadores provenientes de diferentes disciplinas con el propósito de traducir y adaptar los objetivos políticos y el paradigma de desarrollo representado en el FIB a los diferentes contextos internacionales. Asimismo, el Centre For Bhutan Studies and GNH ha logrado celebrar, hasta la fecha, siete conferencias internacionales sobre el FIB, reuniendo ponencias de autores internacionales y butaneses sobre la felicidad, el budismo, los estudios del desarrollo y el alcance del FIB en el contexto mundial. Como resultado de la última de ellas, se logró facturar una publicación colaborativa editada por el mismo Centre For Bhutan Studies and GNH que apuesta por la felicidad como objetivo político central de la agenda mundial.

Luis Rodríguez-Calles es investigador en el Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones (IUEM) de la Universidad Pontificia de Comillas



En el vuelo de vuelta, si bien no tuve ventanilla derecha, pude ver desde el pasillo unas estupendas vistas del himalaya. Mis compañeras de viaje tuvieron más suerte y se sentaron en el lado correcto desde donde tuvieron unas inmejorables vistas. Me pasaron unas estupendas fotos de la "morada de nieve" como se traduce su nombre en sanscrito, con sus altas cumbres que sobrepasan las nubes.

Un corredor plagado de ochomiles y sietemiles de los que casi todos nosotros llevábamos oyendo hablar toda la vida. Annapurna, Manaslu, Cho Oyu, Lhotse, Everest, Makalu, Kangchenjunga son algunos de los nombres míticos de las montañas que nos iban acompañando al otro costado.

Nada mas salir de Bután el monte Chomolhari o Jomolhari​ también conocido como «la novia del Kangchenjunga», ubicada en la frontera entre el condado de Yadong, en el Tíbet, y el distrito de Timbu, Bután. Tiene una altitud de 7326 m (79.º del mundo)​. La montaña es el origen del río Paro (Paro Chhu), que fluye desde el lado sur, y el Amo Chhu, que fluye desde el lado norte.


                 

 

 



En este vuelo Bután Katmandú  y viceversa, gozas de unas más que privilegiadas vistas. No todos los días se tiene tan cerca la cordillera del Himalaya. Tan diminuta que se puede posar en la palma de la mano durante unos minutos. En este vuelo memorable ha sido posible sentir ese inmenso privilegio.


 
La espectacular y picuda cima del Everest al fondo, coloso de colosos, cuya afilada cúspide se puede apreciar y retratar de forma nítida.





El Everest se conoce en Nepal como Sagarmāthā (‘La frente del cielo’).



     VIDEO DE LA JORNADA                                                                          
                             


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