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2.019-09-13 PERÚ -"VINICUNCA ó WINIKUNKA “La montaña de Siete Colores”-

 

-VINICUNCA ó WINIKUNKA  “La montaña de Siete Colores”- 

El mundo es un lugar hermoso, lo sabemos… Pero con tantos lugares excepcionales para ver, no importa en cuantos países hayas estado, siempre hay un lugar nuevo por descubrir.

Más allá del famosísimo Machu Picchu, Perú esconde grandes tesoros en su naturaleza. Parece haber sido bendecido con lo mejor de todo cuando se trata de belleza, maravillas, tradiciones y enigmas.



                      

Diez días desde mi llegada a Perú y mi segundo día en Cusco, la que fue capital del Imperio Inca. Ya he visitado y he conocido lugares extraordinarios de este sorprendente país: Lima, Isla Ballestas, Nazca y sus misteriosas y famosas líneas del desierto, Arequipa, La Cruz del Cóndor y el Cañón de Colca, Puno, el Lago Titicaca y los Uros, Pucará….

Hoy es un día especial, 13 de septiembre. Cumpleaños de Garazi y por ello me he regalado una visita para dar color al viaje.

Perú, además de los vestigios arqueológicos, el majestuoso paisaje andino de sus montañas atrapa como un imán a los que se acercan a visitar el país, y, entre ellas, sobresale un monte alucinante que muestra, en su superficie, todos los colores del arco iris. Ubicado en el camino hacia el nevado Ausangate, en la cordillera del Vilcanota, entre las provincias cusqueñas de Quispicanchi y Canchis, a casi 5.200 metros de altura, se encuentra la montaña Vinicunca o Winikunka. 

Existe un lugar al sur del Perú, donde una joya geológica atrae la mirada, no tanto por su imponencia, sino más bien por su vistosidad. La cual se ha convertido en una de las mayores atracciones turísticas de la tierra de los Incas.

A unos 100 kilómetros al sureste de Cusco, existe un arcoíris hecho montaña. Se trata de Winikunka o Vinicunca y mundialmente conocida como: La Montaña de los Siete Colores o Rainbow Mountain en su versión inglesa.. Los lugareños la conocen como Cerro Colorado. Tiene casi tantos nombres como colores.

Su nombre original es Winikunka que proviene de dos voces quechuas, Wini/Kunca:
  • “Wini” proviene de “Wini Rumi” “piedra negra” por las piedras negras redondeadas y pesadas que abundan en la zona, a las que les llamaban “wini rumi” (piedra).
  • “Kunka” significa “Cuello” por el estrecho del cerro que se asemeja a un cuello.
Aunque la insólita belleza de Vinicunca data de tiempo inmemorial, es ahora cuando aparece ante los ojos del mundo. Según cuentan los nativos de la zona, los colores de la montaña eran desconocidos para ellos hasta hace unos años. Antiguamente los colores se encontraban escondidos bajo una capa de nieve todo el año. Cuando le pusieron el nombre, el paisaje estaba enterrado bajo una gruesa capa de hielo y sólo salió a la luz hace 40 años, debido al derretimiento de los glaciares que cubrían antiguamente la montaña y que recibían nieve constantemente hasta inicios de la década de los noventa, cuando la nieve comenzó a derretirse debido al aumento de las temperaturas, revelando un paisaje completamente nuevo.


 
Los arrieros del altiplano y los pobladores conocían el camino a la montaña Vinicunca como el “Q’olla Ñan” o “Camino de los Q’ollas” porque antiguamente los Q’ollas recorrían esta ruta de un poblado a otro para realizar trueques. 


Escondido en la cordillera de los Andes, nos encontramos con esta montaña de colores impresionantes. Según diversas investigaciones hechas en el lugar, las tonalidades multicolores se deben a los distintos minerales que cubren en capas la zona. El colorido de Vinicunca es consecuencia de una formación geológica acumulada a través del tiempo, por la mezcla de elementos marinos, lacustres y fluviales. Esta reunión de minerales arrastrados por las aguas de la cordillera, los vientos y la humedad, ha causado la oxidación del lugar y ha hecho que la montaña adquiera esa diversidad mágica de tonalidades.
 

Para hacer esta salida, tengo que darme un buen madrugón. Me pasan a recoger al hotel, entre las 04:20 am y las 05:00 am.. Pasamos con el pequeño vehículo “minivan” por diferentes hoteles, recogiendo personas que hacen la misma excursión, y salimos por el sur de la ciudad hasta la localidad de Cusipata, en un trayecto de unas dos horas. Una parada para desayunar y continuaremos durante una hora más en nuestro “carro”, rumbo a la comunidad de Phulawasipata, hasta llegar al estacionamiento o parking desde donde se inicia la caminata y conocido como Rainbow Mountain Cusipata Trail Parking. Este lugar es  donde se encuentra el puesto de control de entrada a la montaña arcoíris. En este punto nos encontramos a 4.650 m de altura aproximadamente.





Un aspecto que a mí me llamó la atención es la aparición de terrazas de cultivo a estas alturas. Como en todos los Andes las terrazas están hechas en laderas imposibles y su tamaño es de unos pocos metros cuadrados. Es una heroicidad trabajar estos terrenos a tanta altitud, porque los cultivos en estas circunstancias son muy limitados, de extraordinario esfuerzo y de producción escasa. Podríamos calificar de heroica esta agricultura, ¡de pura supervivencia¡. Las cosas no han cambiado mucho para los pueblos cercanos a la Montaña de los 7 Colores. La siembra y la cosecha sigue siendo la base del trabajo en esta región, junto a las actividades de ganadería.








Por lo que me han informado, la ruta no es ni larga ni con demasiado desnivel y por buen camino hasta el último ascenso a la cima. Uno de los aspectos negativos y que me sorprendió, fue la masificación del itinerario, con gente en procesión que pretendía hacer la ruta. De todas las edades y algunas personas con calzado o ropa poco adecuada para la altura en la que nos encontramos. La excursión puede llegar a ser complicada. El objetivo supera los 5.000 m y además de la baja temperatura, a esta altitud empieza a ser más escaso el oxígeno, los esfuerzos para andar hacia arriba son mucho mayores, y en muchas personas el aturdimiento y embotamiento de la cabeza por la falta de una adaptación adecuada a las alturas, le puede hacer efecto. Sintoma conocido como el mal de altura o "soroche" como se dice por estos lugares, suruqchi en quechua, debido a la gran altitud. Aunque la mayoría de gente llega de Cuzco, que se encuentra a 3.399 metros y tiene, en teoría, buena aclimatación.

Hasta hace poco más de una década esta ruta era prácticamente desconocida para la mayoría de los viajeros por las reticencias de las comunidades campesinas a permitir el acceso a espacios que se consideraban sagrados. Cada montaña tiene su apu o divinidad, y la presencia de visitantes no era bien vista...hasta que apareció el dinero de por medio.

En agosto de 2017, la publicación estadounidense Business Insider incluyó a la Vinicunca en su lista de los 100 lugares que hay que visitar antes de morir, lo cual disparó notablemente su ya creciente masificación. Estas masas de turistas le han dado una nueva vida a una región alejada y castigada económicamente, y han creado trabajos para quienes viven ahí; muchos de ellos eran pastores de alpacas. Sin embargo, algunos expertos biólogos peruanos ya advierten del peligro que está ocasionando esta llegada masiva de visitantes. “Desde el punto de vista ecológico, están matando a la gallina de los huevos de oro”, llegó a afirmar Dina Farfán, bióloga peruana, a la agencia Associated Press.
La revista “National Geographic” tambien tuvo la misma ocurrencia y lo rebautizo como uno de los 100 destinos que se deben visitar antes de morir, gracias a sus características geográficas y su particular belleza que la hacen tan especial.

Datos del track:

Distancia con alturas: 7,5 km
Tiempo transcurrido con paradas, descansos y fotos: Sobre 3 horas.
Altura mínima: 4.650 m
Altura máxima: 5.084 m
Ascenso acumulado: 565 m.
Descenso acumulado: 565 m.



Los lugareños y lugareñas, con sus trajes típicos venden artesanía a los turistas. También se ve a otras personas que ascienden con alpacas y llamas, y no están buscando pastos para ellas, sino a turistas que deseen hacerse una foto acompañados de los animales junto a sus dueños o sin ellos, incluso en la cima. 




El camino está flanqueado por casetas un poco más arriba. En ellas te venden hojas y caramelos de coca para combatir el mal de altura, botellas de agua y refrescos, algunos alimentos, recuerdos variados, gorros, etc, etc. Aprovechan la enorme afluencia de gentes a esta procesión para sus negocios a pesar de estar esto a unos cuantos kilómetros del un núcleo habitado. También ofrecen el servicio de acercamiento en caballo hasta las proximidades de la cima. De hecho existe dos caminos paralelos: uno para caminantes y el otro para arrieros. Es todo un espectáculo ver correr delante de sus caballos y tirando de ellos a mujeres y hombres que bajan a toda velocidad para conseguir un nuevo cliente.


La principal característica de esta montaña es su coloración, que no solo es particular por las tonalidades en sí, sino que adicionalmente tiene la asombrosa habilidad de cambiar según el estado del momento del clima, es decir, si el clima está nublado o lluvioso los colores de la montaña adquieren una tonalidad más tenue y oscura, mientras si el clima es soleado, los colores se verán más claros, vivos y apreciables. Espero que el día no me chafe la vista.


El valle que aguarda la montaña de los 7 colores es majestuoso y emocionante. No solo por su dimensión, sino por las diferentes geografías que te encuentras. Hay lugares verdes, donde pastan las llamas y las ovejas.

También existen zonas áridas donde se empiezan a divisar la colección de colores procedentes de los minerales. Y por último existen las zonas más altas, donde están los picos de los nevados. Estructuras rocosas impregnadas de nieve durante todo el año. Por supuesto, en la zona no crece ni un árbol.

Te vas adentrando en un valle de alta montaña y la ruta es un ascenso constante de una hora hasta el collado bajo la cima del Vinicunca, mirador que sirve de divisoria de las aguas que van al oeste y al este en estricto sentido geográfico. La dificultad que tiene la caminata no es complicada. Se tiene que ascender 3,5 Km en una hora y 30 minutos aproximadamente. Es una cómoda pendiente, pero la altura lo complica un poco.



Hago la subida con mucha tranquilidad y sacando fotos. Me encuentro en el majestuoso glaciar del Ausangate, que en esta parte inicial es un valle que me envuelve entre sus cálidas laderas y la silueta de las cumbres que me rodean. El paisaje es surrealista 

Camino bajo suaves lomas pero que están a más de 5000m. El terreno, un gran valle glacial de muy ligera pendiente y muy seco. Aquí, a estas alturas la vegetación es muy escasa. La montaña arco iris se encuentra a una altura muy elevada, por lo que dentro de la clasificación de ecorregiones, pertenece a la denominada como puna o meseta de alta montaña, propia del área central de la cordillera de los Andes.Condicionando así la flora y fauna que habita el lugar.

La flora es básicamente el herbazal de alta montaña donde abundan los pajonales que crecen en densas matas y se conocen comúnmente como «ichu», el principal alimento de los auquénidos como la vicuña y para el pastoreo de llamas y alpacas. También se observa el césped de Puna que se caracteriza por lo poco que levanta del suelo y plantas con apariencia almohadillada.


Al realizar un recorrido por esta indescriptible maravilla natural, también dicen, que aunque la fauna de la región es relativamente escasa, ocasionalmente se puede observar la diversidad de animales andinos, como camélidos sudamericanos (llama, alpaca y vicuña) y cazadores de ellos como es el zorro andino, puma andino, el majestuoso cóndor andino, vizcachas, zorrinos, huallatas, perdices, venados, cóndores etc. Yo personalmente, salvo las llamas y caballos de los lugareños. Para fotos las primeras y subir turistas los segundos, no he visto ningún otro animal. Lo más probable, que con la  invasión del lugar que estamos generando los turistas, hayan cambiado de aires y se alejen durante las visitas.


A esta altitud el tiempo es cambiante y el cielo por momentos se abre hacia el sur. Por el resto niebla y nubarrones.




Conforme asciendo van apareciendo a mi derecha las laderas tomando vistosas tonalidades, preludio de lo que me espera más adelante. Estas suaves lomas, contrastan con las oscuras y picudas cumbres que tengo a mi izquierda y que salvo las más altas, no tienen mucha nieve. Me encuentro en la cordillera de Vilcanota que constituye uno de los ramales meridionales de la cordillera Oriental de los Andes y la segunda mayor concentración nevada del Perú y​ alcanza su máxima altitud en el nevado Ausangate, con 6.372 m que protege al Vinicunca.

En el trayecto poco a poco se aprecia el cambio en la coloración de las montañas que rodean el camino hasta llegar al mirador de la Montaña de 7 colores desde donde se puede apreciar en todo su esplendor la gran cadena montañosa del Vilcanota.



Una hora de recorrido y alcanzo el collado donde se encuentra el mirador del Cerro Colorado (4.960 m). La mayoría de los turistas se quedan ahí, observando de frente a la montaña de colores. 


Es común ver montículos de piedra, en Vinicunca se conocen con el nombre de "apachetas" y son monumentos sagrados, muy respetados, considerados “ofrendas de piedras”. Son dejadas por viajeros y caminantes que piden salud, tranquilidad y protección durante el viaje a los Apus.


Me queda un último esfuerzo de poco mas de 50 metros de desnivel, para ascender a una cota mayor poder observar en toda su magnitud el impresionante entorno que me rodea. Desde el collado subo hasta la cima de la pequeña montaña situada justo frente al Vinicunca y desde donde se tiene una vista de 360º del Cerro de Colores. 


¡Y ha merecido la pena!


De frente, hacia el sur, la espectacular montaña de los siete colores. Una fantástica visión de la estratificación multicolor de la montaña. Según la investigación de la Oficina Paisaje Cultural de la Descentralización de la Ciudad del Cuzco: el color rosado es por la arcilla roja; el blanquecino, por la arenisca cuarzosa y margas, ricos en carbonato de calcio; los rojizos por las arcilitas (hierro) y arcillas pertenecientes al terciario superior; el verde se debe a filitas y arcillas ricas en hierro y magnesio; el pardo terroso por roca con magnesio perteneciente a la era cuaternaria; y el color amarillo mostaza por las areniscas calcáreas ricas en minerales sulfurados.

Estas sustancias naturales comenzaron a formarse hace 65 millones de años cuando el agua y la lluvia cubría sus laderas y cumbres. El movimiento de las placas tectónicas del área elevó estos sedimentos hasta que se convirtieron en montañas y con el transcurrir del tiempo, el clima extremo fue deshelando la nieve que allí se formó develando al mundo lo que es hoy uno de los más importantes atractivos turísticos del país. 


A la derecha, al oeste, el valle por el que hemos ascendido. 


Y  ante nuestros ojos, se abre otro enorme valle con tierras rojizas que también deja boquiabierto al visitante. Es el llamado Valle Rojo, haciendo honor a su colorido.






Este capricho de la naturaleza perdido en un pliegue de los andes peruanos, se asemeja a una paleta de colores sobre la tierra; sin duda la envidia de los mejores pintores para, con su riqueza cromática, conseguir mezclar combinaciones sorprendentes. Cada capa posee sus propias características únicas, como la temperatura, la composición mineral y el color. Una peculiar obra de arte de la naturaleza


El espectáculo visual que ofrece Vinicunca atrae visitantes desde inicios de 2016. 


A primera vista, estas laderas y cumbres teñidas por unas franjas de intensos tonos de fucsia, turquesa, lavanda y dorado, parece ser una ilusión creada por herramientas como Photoshop.

                  

Otro aspecto negativo son las publicaciones de fotos de estos parajes por parte de agencias turísticas, touroperadores, y otros grupos interesados en atraer turistas a estos lugares. Estas imágenes están manipuladas hasta extremos inconcebibles, con exageraciones esperpénticas del color. Creo que es totalmente innecesario hacer esto. Estos parajes son lo suficientemente atractivos, originales y bellos presentados de forma realista y no manipulados.




La particularidad de esta montaña le ha llevado a ser “uno de los 100 destinos a los que viajar antes de morir”, según la publicación estadounidense Business Insider y National Geographic, aunque su magia va mucho más de los artículos publicados en esas revistas. Este incomparable pico, en la cordillera Vilcanota, está protegido por el nevado Ausangate, la quinta cumbre más alta de Perú (6384 metros).



Las vistas son alucinantes, la Montaña Arco iris, el Valle Rojo y el Apu Ausangate con sus 6.385m. 


La majestuosa Montaña de Siete colores de 5.200m, se encuentra al pie, casi a mil doscientos metros, bajo el Nevado Ausangate (en quechua: Awsanqati), considerado el Apu protector de la región del Cusco.


Sobre mi cabeza, se aprecia entre las nubes el Nevado de Ausangate.


 
Dirección norte y noreste de donde me encuentro, el grandioso macizo del Ausangate colmado de nieve y rodeado de nubes que van cubriendo el cielo. El Ausangate es llamado “Creador de las Aguas” por el gran glaciar que alberga en sus cumbres. Situado en la cordillera de Vilcanota su cima está a 6385 metros sobre el nivel del mar, y es el origen de la laguna Sibinacocha; la segunda con mayor extensión en el departamento de Cuzco.


La palabra “Apu” significa divinidad y las culturas andinas la representan a través de un personaje típico de su cultura o a través de montañas de gran altitud, generalmente cubiertas de nieve. Según la creencia religiosa de los pueblos andinos el “Apu”, tiene poderes para influenciar el clima, las cosechas y la vida del lugar donde habita dicha deidad. Para Los Incas, y sus descendientes actuales, el Apu Ausangate es una montaña sagrada que va más allá de ser una formación rocosa y se convierte en su “Espíritu Guardián, su Deidad y su Dios Protector”.

En la mitología inca de esta montaña y de los lagos cercanos -entre los que se destaca Sibinacocha- nace la energía masculina que fertiliza a la madre tierra Pachamama

Estoy un buen rato en este privilegiado mirador conectado con el Apu Vinikunka y Apu Ausangate.


La comunidad de Chillca constituida por pastores de llamas y alpacas, es conocida como la guardiana de estos prístinos parajes que no necesitan de trucos de colores como en la foto de abajo, para dejar ver la espectacularidad original que muestran las fotos superiores.





En el descenso, me adelantan un par de mujeres que regresan rápidamente al inicio del trekking para recoger potenciales clientes que deseen subir hasta el mirador a caballo.




Descenso hasta el parking para tomar la furgoneta minivan que me llevará hasta la localidad de Cusipata para almorzar. Después, regreso a media tarde al hotel en Cusco y dar por finalizada este estupenda excursión.


























































































































 






 

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