UN INMENSO MAR DE SAL; UN LUGAR QUE QUEDA GRABADO A FUEGO EN LA RETINA DEL VIAJERO
Relato de mi visita a la maravillosa e ingente planicie blanca de cloruro de sodio y litio que me espera resguardada en el suroeste de Bolivia. Una extensión infinita como de campo nevado , donde el cielo es puro azul y la blancura del salar se potencia.
“Hace 40 mil años esto era un lago de minerales. Pero el agua se evaporó, subió el cloro y se formó el salar”.
El salar es remanente del antiguo Lago Tauca que tenía una salinidad de 80 g/l se cree que la dinámica entre varios lagos ya extintos ayudaron a la acumulación de sales y posteriormente, cambios en el clima llevaron a la evaporación de los mismos dejando como remanentes el lago Poopó, el Salar de Coipasa y el Salar de Uyuni.
Un entramado infinito de hexágonos que dibujan el suelo.
Me desplazo desde la famosa Villa Imperial de Potosí y su famoso Cerro Rico donde los conquistadores ordeñaron la mina de plata mas grande del mundo y disfrutaron de un lujo increíble para aquella época.
Hubo un tiempo en el que la plata dominaba el mundo, un tiempo en el que un pequeño pueblo boliviano se encontraba entre las ciudades más ricas del planeta. Su riqueza llegó a ser tan grande que hasta Miguel de Cervantes, en su monumental obra Don Quijote de la Mancha, menciona dos veces las minas de Potosí. A fines del siglo XVI y principios del XVII—, Potosí era una ciudad tan conocida como Madrid y París y así es mencionada en dicha obra. He visitado la que durante los siglos XVI y XVII fue una de las ciudades más importantes del mundo y aquí, como en cualquier lugar en su época, la riqueza tenía nombre propio: plata. Sirva como dato que en el año 1625 tenía una población de 160.000 habitantes, por encima de Sevilla.
Vista de Potosí
Hubo un tiempo en el que la plata dominaba el mundo, un tiempo en el que un pequeño pueblo boliviano se encontraba entre las ciudades más ricas del planeta. Potosí, el pueblo en el que me encuentro desde ayer y que dejo para desplazarme hasta Uyuni.
Después de comer, dejo Potosí situada a unos 3.900 metros sobre el nivel del mar y al pie de una pequeña montaña que marca su paisaje, el conocido como Cerro Rico. De él salió toda esa plata que volvió locos a los españoles y revolucionó el mundo entero. Las minas de Potosí fueron lo más parecido a El Dorado que los conquistadores encontraron en América.
Tomaré un autobús que me llevará a Uyuni. Donde tengo previsto hacer una de las visitas estrella de este viaje, un inmenso desierto de sal. El salar de Uyuni, considerado como una de las vistas más extremas y destacadas no solo de toda Sudamérica, si no de la Tierra. Con una superficie de 10.582 kilómetros cuadrados sobre el Altiplano, es el desierto salado más grande del mundo.
Tengo un boleto de autobús que sale a las 14h. desde la estación término de esta localidad.
Tanto la Villa Imperial de Potosí como Uyuni a donde me dirijo pertenecen al Departamento de Potosí, uno de los nueve departamentos que conforman Bolivia y la ciudad que dejo es su capital. El relieve del departamento se caracteriza por ser en su mayor parte montañoso, con una gran altiplanicie y por tener una gran cantidad de valles con microclimas muy diversos. Si bien a este departamento le caracteriza un ambiente desértico, que es lo que yo veo desde la ventanilla del autobús.
Al rato, veo las primeras llamas o alpacas, no las distingo bien. Y el autobús hace algunas paradas para recoger viajeros que vienen de las aldeas de la zona, alejadas de la mano de Dios. El viaje en bus dura alrededor de 4 horas para recorrer los 241 Km que separan Potosí de Uyuni. Vamos por la Ruta Nacional 5 y recorreremos una zona de valle interandino, con pequeños asentamientos que aparecen a lo largo de la ruta.
Pequeñas comunidades desparramadas por el terreno y cercanas a la carretera, donde viven pequeñas familias que conforman núcleos de producción económica, agrupadas en lo que llaman Ayllus, el antecedente más antiguo de municipio en Bolivia. Varias personas de estas comunidades, si medio de transporte, hacen la caminata hasta la carretera por donde circula el autobús, para desplazarse hasta Uyuni.
Aproximadamente, a la hora de recorrido vemos el pueblo de Agua Castilla en el municipio de Porco y de lo mejorcito, después de las construcciones que he visto en el recorrido.
Un cartel descolorido en mitad de la nada, en esta zona desértica, anuncia lo que parece ser una escuela o centro educativo para las pequeñas comunidades indígenas dispersas en esta amplia zona del altiplano. Que imagino hará las veces de colegio para los escolares de la zona. Y su nombre "Challa" se relaciona con un a práctica aimara de reciprocidad con la Pachamama para agradecer los frutos que reciben de la tierra. En este caso, me imagino que el bien que agradecen es el acceso a la educación escolar.
Llego a la terminal de autobuses de Uyuni, poco antes de las 18,30 h. Un destartalado edificio donde se encuentran las diferentes oficinas de las compañías de autobuses. Me está esperando una chica de la agencia que me acompaña hasta el hotel, al que llegamos en unos diez minutos. Está situado a 0,5 km del centro, en la Avda. Potosí.
Ubicado a una altura de 3.670 metros sobre el nivel del mar y a solo 30 minutos del salar. La ciudad de Uyuni al sudoeste de Bolivia, en el Departamento de Potosí, es la capital de la Provincia Antonio Quijarro y tiene una población que no llega a los 30.000 habitantes. Cuenta con un aeropuerto Internacional " La Joya Andina".
Uyuni, “lugar de concentración” en lengua aymara, atrae al visitante por el salar, y en los últimos años por haber sido punto de paso para el Rally Dakar.
Me hospedo en el hotel Jardines de Uyuni, un hotel céntrico donde hacer base para salir al salar. Parece que en época de lluvias –de diciembre a abril– vienen los asiáticos enloquecidos por el “efecto reflejo”. La seca –de junio a septiembre– convoca a europeos que quieren ver el salar con paisaje seco del terreno formado por hexágonos de sal y tomar sorprendentes fotos con efecto en perspectiva . Yo me encuentro entre los segundos y espero poder disfrutar de la magia de este lugar.
Una vez instalado, no salgo del hotel, hace bastante frio, estoy a una altura de casi 3700 m sobre el nivel del mar. La ciudad era muy importante por ser el centro de distribución de los trenes que transportaban mineral en su camino hacia los puertos del Océano Pacífico. Actualmente, Uyuni también es importante debido a su proximidad a la atracción turística boliviana favorita del magnífico Salar de Uyuni. Ceno en el hotel y a descansar. Mañana visita al más impresionante, mayor y más alto desierto de sal del mundo. Es el principal destino turístico en Bolivia; se trata de un paisaje maravilloso, surreal. El desierto se formó al secarse un lago de agua salada, conformando la actual planicie de sal en medio del altiplano boliviano. Cuenta con la mayor reserva de litio en el mundo.
La ciudad de Uyuni fue fundada el 11 de julio de 1889. Aquí, hasta mediados de los años 90 funcionaban los talleres de trenes del país”. Uyuni fue creada gracias a la necesidad imperiosa para el servicio del ferrocarril y se fundó en el kilómetro 610 de la vía que iba a unir Antofagasta desde Chile hacia las minas de plata bolivianas de Pulacayo y Huanchaca para desde ahí continuar hacia la ciudad de Oruro. Después de la Guerra del Pacífico, cuando Bolivia perdió su litoral y salida al mar. Aniceto Arce, Presidente de Bolivia, instaló en1889, el primer ferrocarril que unía a Uyuni con Antofagasta. Este hecho fue muy criticado, ya que el presidente era propietario de la compañía Huanchaca de Bolivia (la principal exportadora de plata del país).
Uyuni fue la primera estación de la red nacional de ferrocarriles e importante centro ferroviario hasta la década de los 70.
Desde mi hotel, la larga avenida del Ferrocarril, paralela a las vías del tren, llega al centro del pueblo. Antes de hacer la visita al Salar, me acerco hasta esa zona para visitarla. No está asfaltada pero la mayoría tiene adoquines de forma hexagonal, que imitan la inmensa malla del suelo del salar.
En particular, la Avenida Ferroviaria tiene muchos monumentos, en su mayoría relacionados con el ferrocarril.
No podía faltar en esta ciudad, el Monumento al Ferroviario, porque los ferroviarios han sido el sostén del desarrollo de Uyuni por más de un siglo; pues su monumento ha sido construido por ellos mismos en 1958 y fue ubicada en 1959. Se observa a un carrilano irreverente, expresando a un ferroviario que no se arrodilla ante el opresor, pese a los problemas económicos. Con este su momento el proletariado carrilano quedó inmortalizado.
El Monumento a los Trabajadores del Riel, “Salud, honor y Lucha” Este fue inaugurado el 21 de enero del 1960, en el día del trabajador ferroviario.
Bolivia en el siglo XIX inicia uno de los procesos más largos de su historia. Ese es el caso de la construcción de ferrocarriles.
El 30 de octubre de 1889 hace triunfal ingreso la primera locomotora a la estación ferroviaria de la localidad de Uyuni, poniendo fin al proyecto del presidente constitucional Aniceto Arce. El tramo de 612 kilómetros de recorrido tuvo un costo de 2.200.000 libras esterlinas. Se construyó después de la guerra del Pacífico, cuando Bolivia perdió su litoral, esta línea hizo para que se pudiera transportar las mercancías entre Bolivia y lo que hoy en día es el puerto chileno de Antofagasta.
El pueblo no tiene muchas cosas que ver, pero merece la pena acercarse a su plaza, recorrer su calle principal, la Avda. Ferroviaria con restaurantes y lugares donde tomarte algo. Encuentras también alguna tienda, un par de bancos y una casa de cambio, pero poco más. El pueblo como tal no es más que un centro de turismo donde todo aquel que va al salar -o casi todo aquel- acaba pasando. Pero hay que darse una vuelta por el centro para hacer una visita turística.
Llego a la Plaza Aniceto Arce, el centro neurálgico de Uyuni.
Plaza Aniceto Arce: En honor al que fue un abogado, empresario y político boliviano que ocupó la presidencia de Bolivia del 15 de agosto de 1888 al 11 de agosto de 1892.
Ayuntamiento |
En el centro, a pocos metros del Ayuntamiento, se encuentra el símbolo de este municipio: La Torre del Reloj, que constituye el kilómetro cero del que parten las cuatro calles principales de Uyuni. situado entre la plaza Aniceto Arce y la avenida Potosí, fue declarado Patrimonio Cultural Material Inmueble del Estado Plurinacional de Bolivia, por su valor histórico, estético y urbano.
Este símbolo histórico fue importado desde Hamburgo, Alemania. Luego de ser armado por Miguel Vargas, uno de los habitantes de esa región. Su construcción comenzó a gestionarse desde 1926, siendo inaugurado el 20 de abril de 1930. En una placa que hay junto a la torre pone el siguiente texto “1930-2012, homenaje al Rvdo. Párroco Luis Buitrago como impulsor y Miguel Vargas Huarachi (1880-1957) que puso en marcha el reloj público, símbolo de uyunense, gobierno autónomo municipal de Uyuni abril 2012”. Desde este punto es desde donde parten las cuatro calles principales del pueblo.
Hoy es jueves y todos los jueves, en Uyuni, un gran mercado se instala en la plaza de Aniceto Arce y en las pequeñas calles de los alrededores. Bufandas y todo el equipo necesario para sobrevivir al frío de la ciudad, delicias locales, DVD piratas ,equipos hifi... Y para dar ambiente hay espectáculos alrededor del monumento del rally Dakar, que paso por el salar el 14 de enero de este año.
Me acerco a dar una vuelta y ver los puestos y a los vendedores ambulantes minoristas.
La Iglesia de Uyuni, es un pequeño templo católico, el acceso es gratuito. Solo permanece abierta en horario de culto. Situada enfrente de la Plaza Arce.
Finalizo esta primera visita al pueblo y vuelvo al hotel donde he quedado con mi guía para visitar el salar de Uyuni. Pero, antes de adentrarse en el inmenso mar de sal, pocos se olvidan de darse una vuelta por el cementerio de trenes, en las afueras de esta ciudad. El "Cementerio de Trenes" a unos 2 km al suroeste de la ciudad de Uyuni. Así que nuestra primera visita será ese amasijo de restos ferroviarios que en su día fueron el inicio de la historia de la ciudad..
La ciudad donde ahora yacen corroídos a la intemperie estas locomotoras y vagones, nació precisamente gracias al ferrocarril. En este lugar se encuentran desperdigados, restos de lo que fueron los primeros ferrocarriles de Bolivia.
Locomotoras de vapor y antiguos vagones que datan del siglo XIX y principios del siglo XX. y que permanecen abandonados desde hace más de medio siglo.
Estos amasijos de hierros oxidados que un día fueron el medio de transporte de la riqueza minera de la zona siguen impresionando. Son el epitafio de esa época de vacas gordas y sobre todo vagones cargados de oro, plata y estaño por la primera línea de ferrocarril de Bolivia y que ahora se encuentran en medio de un paisaje frio, llano y polvoriento del altiplano. En pleno desierto al suroeste de Bolivia.
Con el paso de las décadas las ilusiones económicas de la zona fueron desvaneciéndose y la Guerra del Chaco (1932–1935) hizo especial mella en el país. Los esfuerzos bélicos de Bolivia también involucraron al ferrocarril, con el consiguiente desgaste de los trenes, que cuando necesitaban mantenimiento eran trasladados a esta zona ubicada a tres kilómetros de Uyuni. Allí eran almacenados a la espera de las reparaciones correspondientes, sin embargo, para muchos esa fue la última parada.
Máquinas que no llegarán a destino, vagones que ya no cuentan historias, esqueletos de locomotoras y ruedas retorcidas por el tiempo yacen esparcidos, en medio del olvido y de la indiferencia. Trenes horadados y famélicos que solo silban cuando el fuerte viento del lugar se cuela entre los agujeros de la chatarra.
Los turistas se sienten atraídos por el insólito cementerio de herrumbre convertido en una estación fantasma de trenes.
Los nostálgicos de las viejas locomotoras se encontrarán los esqueletos de hierro oxidados y olvidados ofreciendo una estampa de lo más fotogénica. Los turistas se sienten atraídos por el insólito cementerio de herrumbre convertido en una estación fantasma de trenes. ¡Quién diría que en este escenario se inauguró la primera línea de ferrocarril de Bolivia, que comunicó Uyuni con Antofagasta, ahora chileno. Allí paró el primer tren el 20 de noviembre de 1890. Algunos visitantes dejan pintadas en maquinas y vagones, testimonio de su visita.
Pasé un buen rato sacando fotos.
Si tenéis curiosidad podéis hacer una visita al lugar gracias a los ojos de Google Maps.
Mi guía se llama Miguel Mamani y hará estos días de guía, chofer, fotógrafo, cocinero y maître. Mamani es un apellido de origen aimara, que significa "halcón" y es un apellido muy común en Bolivia. Compartiremos juntos esta experiencia en el salar y los dos días siguientes en el tesoro escondido del desierto de Siloli Ubicado en la Reserva Nacional de Fauna Andina Eduardo Avaroa. Se lo considera una parte del desierto de Atacama en Chile, el desierto más seco del mundo. El desierto de Atacama perteneció a la República de Bolivia durante la época de su fundación” En 1825, y por entonces tenía una extensión de 1.330.450 kilómetros cuadrados, similar a los territorios actuales de Italia, Noruega, Finlandia y Japón unidos.
El plato fuerte de hoy es el salar y partimos desde Uyuni para adentrarnos en su inmenso mar blanco, situado a más de 3.600 metros sobre el nivel del mar. Se trata de uno de los paisajes naturales más espectaculares del mundo, 10.582 km2 de mar de sal sin horizonte. El Salar de Uyuni también conocido como el Salar Thunupa, por el volcán con el que limita. Formaba parte del Océano Pacífico, pero cuando se juntaron las placas tectónicas y se formaron los Andes, quedó aislado, formándose el lago Tauca. La evaporación del lago gestó este desierto de sal, todavía a cielo abierto, quedando toda la sal contenida de esta curiosa forma. De esta inmensa planicie salada se extraen diferentes minerales, entre los que destaca el litio y el potasio, sin embargo, como no podía ser de otra manera, la sal es lo que más se exporta del lugar, produce anualmente más de 10 mil millones de toneladas. A orillas del salar se han construido varios hoteles de sal y un su centro emerge la Isla Incahuasi, con cactus de hasta diez metros de altura.
La mayor parte de la gente que viaja a Bolivia lo hace atraída por el embrujo especial de este inmenso desierto de sal que aturde sin remedio a todo el que se adentra en sus dominios, un paraje ciertamente mágico y único, imposible, robado de otro planeta para el deleite sensorial de los que se acercan a visitarlo. Existe una leyenda de origen aimara que habla de tres antiguos dioses: Tunupa, Kusku y Kusina. Según se recuerda todavía en el suroeste de Bolivia, Kusku, marido de Tunupa, engañó a ésta con Kusina. Las lágrimas de Tunupa fueron de tal calibre que dieron lugar a un gran lago salado. Han pasado los siglos, pero aquel lago de lágrimas sigue exactamente en el mismo sitio, aunque escondido bajo un gran estrato de sal. Probablemente, uno de los paisajes más increíbles que existen en el planeta: el efecto óptico que propicia la sal cuando la cubre una fina capa de agua hace que pasear por su blanca superficie sea como dar un paseo por las nubes.
Hoy en día, junto al turismo, la sal supone la mayor fuente de riqueza de la zona. Y hay que ser justos. Si no fuera por el salar, el pueblo de Uyuni no sería más que un antiguo recuerdo de la historia ferroviaria de Bolivia.
El satélite Proba-V de la ESA ha capturado esta planicie de sal, la más grande del mundo, con una superficie de 10.582 kilómetros cuadrados. Un informe del Servicio Geológico de EE.UU. indica que en el salar de Uyuni hay 21 millones de toneladas de litio, convirtiéndose en la mayor reserva a nivel mundial de este mineral. Se lo considera el “oro blanco” y es un componente básico utilizado para realizar baterías que alimentan desde teléfonos móviles hasta vehículos, paneles solares y prácticamente todo elemento que requiera una batería. Diez billones de toneladas de sal están confinadas en esta inmensa superficie blanca, ubicada al suroeste de Bolivia. Se estima que coniene 10.000 millones de toneladas de sal en once capas de distinto espesor y una profundidad de unos 120 metros. Y estas capas y profundidad van creciendo cada año.
Los cálculos en esta zona, realizados con el sistema de posicionamiento global (GPS) son muy precisos y han demostrado que las variaciones en la superficie del terreno son menores a un metro, lo que hace de la capa del salar la más plana del planeta y, por tanto, ideal para calibrar los altímetros de los satélites de observación que orbitan alrededor de la Tierra. Tal calibración es cinco veces más precisa que las que hasta hace poco se hacían tomando como referentes los océanos.
“Por la sal hubo guerras y cayeron imperios. Es vital en la historia de la humanidad. Durante años las caravanas de llamas la transportaron en bloques. Eran viajes de dos a cuatro meses por el altiplano”, la sal que se come es yodada porque si no afectaría la tiroides. Pero no sólo se usa para condimentar: hace 25 años que se utiliza como material de construcción. “La usan en bloques para hacer hoteles y casas particulares. Antes obtenían los ladrillos con un hacha; ahora los cortan con máquinas en el sector nordeste”.
“Estamos en la parte central de cordillera de los Andes, que tiene dos ramificaciones: la oriental y la occidental. Nosotros estamos en la occidental, y dentro de la occidental, en la cordillera de Los Frailes”.
Nos dirigimos hacia Colchani que es es pueblo de entrada al salar por el este. Aquí hay una planta procesadora de sal donde le agregan yodo, la muelen y embolsan. Hay además negocios de artesanías y sal como souvenir.
Paralelo a la carretera vemos un extenso horizonte blanco. Se trata de una superficie formada por un depósito de diez mil millones de toneladas de sal en capas superpuestas que alcanzan un grosor de diez metros. Hace 40.000 años era una enorme lago, llamado Minchin que con el paso del tiempo se fue reduciendo en extensión, hasta quedar en lo que hoy en día es, este destino turístico mundial.
Nos adentramos en este desierto blanco inabarcable. Y por la zona que me lleva hay muy pocos visitantes. Solamente un jeep 4x4 como el nuestro que circula delante. Un coche 4 × 4, y un guía experimentado que conozca los caminos. Porque si aquí algo es fácil, es perderse. No hay puntos de referencia para guiarse, sino un inmenso blanco delimitado por el horizonte. Todo es tan grande, tan similar, que sin la experiencia de haberlo pateado cientos de veces, desorientarse y caminar sin rumbo por este inmenso salar, sería lo más fácil.
Caminar en medio de la nada, en esta esquina de Bolivia, con un blanco infinito bajo mis pies que solo se interrumpe cuando arremete contra el azul del cielo. Entre tanta inmensidad, la soledad es absoluta y el silencio, total. Posiblemente esta experiencia, la pueden disfrutar unos pocos privilegiados y uno de ellos he sido yo. Solamente con la compañía de mi guía, y al mi alrededor una inmensidad blanca. Cuentan los locales que el astronauta Neil Armstrong mientras paseaba por la Luna divisó en una parte de Sudamérica algo que parecía un espejo y que no tenía idea de qué se trataba, se divisaba a simple vista y con nitidez. Al volver a la Tierra averiguó en dónde quedaba, fue a visitarlo y quedó impresionado por la belleza de este lugar extraordinario.
En el trayecto también vemos montones de Sal hechos por trabajadores que extraen la Sal para procesarla.
Uyuni se puede visitar en dos épocas muy distintas. En la estación seca que va de mayo a noviembre y las lluvias son escasas y que coincide con mi visita. En esta época, el salar es un desierto seco, blanco y liso, donde la cristalización de la sal crea dibujos geométricos en la superficie. Pero entre enero y febrero todo cambia, llega la temporada de lluvias y sobre el salar se deposita una fina capa de agua que lo convierte en un perfecto espejo, reflejando un horizonte en el que cielo y tierra se unen para ser solo uno. Esto no voy a poder comprobarlo, ni disfrutarlo ¡una pena! Los rayos de sol convierten la enorme llanura salina en un gran espejo cegador. Todo blanco, así que es imprescindible llevar unas buenas gafas de sol. Tampoco en esta inmensa superficie hay sombra, por lo que hay que protegerse la cabeza con una gorra. Y más, los que lucimos de un evidente "cartón ", por no disponer del ciclo completo, para esos 100.000 pelos, que dicen, crecen, caen y se reproducen en nuestra cabeza.
Este deslumbrante manto blanco tiene figuras geométricas casi perfectas, apreciables a simple vista, formadas por las partículas de sal aglomeradas en polígonos. En la actualidad se extraen unas 25.000 toneladas al año. Y como dato, el 90% de litio del mundo se encuentra en el salar, con lo que su riqueza mineral es asombrosa. Pero ¿cómo está compuesto el salar? Existen aproximadamente once capas de sal, con espesores que varían entre menos de un metro y diez metros. La corteza que se encuentra en la superficie tiene un espesor de diez metros. La profundidad del salar es de 120 metros, el cual está compuesto de capas de salmuera superpuestas y barro lacustre. Esta salmuera se compone de litio, boro (bórax), magnesio, potasio, carbonatos y sulfatos de sodio. Un mineral muy interesante es la ulexita, la «piedra televisión». Es transparente y tiene el poder de refractar a la superficie de la piedra, la imagen de lo que está debajo.
Miguel conoce el salar al dedillo y la verdad es que estamos solos disfrutando de este paisaje.
Existen unos 100 millones de toneladas de litio bajo los 12.000 kilómetros cuadrados de superficie del salar; esto lo convierte en la reserva más grande del mundo, con más de 50 % del total mundial. Por esta gran superficie es difícil orientarse. Principalmente se debe a que el estado de los caminos es muy malo. Son caminos en muchos casos sin ningún tipo de mantenimiento que normalmente son generados por los mismos guías/choferes cuando lo transitan. Esto también implica que no hay señalización de los caminos y puntos intermedios, por lo que alguien que no conoce el rumbo difícilmente pueda dar con un destino específico. Además, por una característica del salar de Uyuni, vinculada a la física de los minerales, que no entiendo, el GPS funciona con 10° grados de diferencia por lo que es muy difícil ubicarse. A todo esto hay que añadir lo impredecible del tiempo. Mi guía Daniel circula como pez en el agua, orientándose por su experiencia en los innumerables viajes realizados.
Dentro del salar se encuentran los Ojos del Salar. Bajo el Salar de Uyuni fluyen ríos de agua dulce y salada. Esta agua, que pasa por debajo de la corteza de sal, lleva consigo el aire que encontrará formas de salir. Estos "ojos" del salar son los lugares por donde sale el aire precisamente formando pequeños lagos en el corazón del salar. Esto se manifiesta a través de burbujas que suben a la superficie con el agua cargada de minerales.
En esta zona la capa de sal es más delgada y el agua de los acuíferos subterráneos brota en pequeñas erupciones hacia la superficie, dando la impresión que sale hirviendo, formando «los ojos» del Salar.
Tienen concentraciones ácidas particulares y son consideradas aguas medicinales por los lugareños., El tamaño de estos «ojos» varía en diámetro y profundidad. En unos casos son agujerillos de escasos centímetros que forman pequeños charcos. En otros, las chimeneas de piedra que conectan la superficie con el acuífero forman una pequeña laguna. Aunque algunos de estos, su profundidad puede ir varios metros bajo la superficie del salar. El acuífero, o mejor dicho los acuíferos interconectados por riachuelos subterráneos que hay bajo el Salar, constituyen la tercera cuenca más importante de agua de Bolivia. La cuenca de Uyuni abarca 100.000 km2, mucho más que la superficie del salar.
Nos hemos acercado hasta un edificio que se anuncia como el primer hotel de sal del mundo. Pegado, un monumento al Dakar que es el busto de un tuareg que se construyó en el año 2014. También hay un conjunto de mástiles con banderas de todo el mundo "Plaza de las Banderas".
El Rally Dakar lleva pasando cinco años consecutivos por este desierto blanco. Todo un negocio añadido para Uyuni, pero que resultaba agobiante con tanto ajetreo de gente y vehículos.
Toca la hora del almuerzo, y mi dispuesto guía Daniel prepara la mesa sobre este inmenso comedor tapizado de blanco.
Los hexágonos del suelo, postal clásica de la temporada seca. al fondo el volcán Tunupa.
En la cegadora blancura de la llanura salina y en mitad de este inmenso blanco desierto, destaca una isla. Un cerro a lo lejos, al que después del almuerzo nos dirigimos. En realidad es una isla al revés, un saliente de roca volcánica de unos 70 metros sobre el salar, que en medio de tanta planicie tiene bien ganado el nombre de isla. Además su historia lo refuerza. Toda su superficie contiene restos de coral petrificado. No cabe duda que alguna vez esa porción de tierra estuvo rodeada de agua.
Es una de las 33 “islas” del Salar de Uyuni
Cuando te vas acercando, te vas dando cuenta porque es tan llamativa esta isla de apenas 200 metros cuadrados que rompe el paisaje inerte del salar. ¡Esta llena de cactus gigantes y milenarios! de la especie Echinopsis atacamensis. Tiene por nombre Isla Incahuasi, ‘Casa del Inca’ en lengua indígena quechua.
La Isla de Incahuasi pertenece a una mancomunidad de los municipios de Llica y Tahua. Estos dos municipios son los encargados de mantener el estado de esta pequeña isla, que para nada es gratuita su entrada, cuesta 30 Bs., aproximadamente 3,50 €, que no es nada caro para lo bien cuidado que esta todo. A menudo confundida con la Isla del Pescado, la isla de Incahuasi está ubicada en el corazón del Salar de Uyuni. Este cerro salido de ninguna parte es un paso obligatorio de la excursión al salar. Con sus enormes cactus de 10 metros, la pequeña extensión verde hace las delicias de los viajeros llegados para inmortalizar su paso en la reserva de litio más importante del planeta. La Isla de Incahuasi se puede recorrer a pie gracias a la variedad de senderos bien señalizados y cuidados por los que poder llegar hasta la cima, para observar así la inmensidad del Salar de Uyuni, las singulares “playas” de la isla y sobre todo a lo lejos el volcán Tunupa. En veinte minutos se llega a su punto más alto, el mirador Plaza 1º de agosto. La vista desde arriba da la sensación de estar en medio de un océano de sal: todo el Salar de Uyuni a 360°.
Definitivamente es como una isla en el medio del mar.
Descendí por un sendero diferente al de la subida y pasamos por una formación rocosa que llaman el 'arco de coral', un arco de piedra como su nombre indica, tallado de forma natural por la erosión entre las dos rocas.
De regreso, parece que tenemos todo el inmenso salar para nosotros. Sin prisa, esperamos la puesta de sol que me resulto espectacular ¡Con un brindis al sol! Ha comenzado a caer la tarde y el sol se pone sobre el salar. El cielo cambió de tonos y me quedé anonadado con la mirada al cielo. Es un momento mágico y una estampa inolvidable. El caleidoscopio del ocaso pinta la superficie, como si estuviésemos caminando por el cielo y jugando con las nubes, los últimos destellos del astro incandescente nos envuelven dando la impresión de una cercanía incomparable, a pesar de estar a 149 millones de kilómetros de distancia. Uyuni, este regalo de la naturaleza, se ha quedado grabado en mi retina para el resto de mi vida.
Regreso al hotel Cristal Samaña donde me hospedaré, ubicado de manera privilegiada a orillas del Salar, pisos, techos, muebles, esculturas. Da la impresión de que estás metido en un inmenso iglú.
Desde la habitación de mi hotel, observo las últimas horas del atardecer. Parece que la ventana es una inmensa pantalla de televisión. Pero no, es la imagen real del atardecer sobre el salar.
A Bolivia se la considera la "síntesis cósmica del mundo", un lugar cuyos contrastes maravillan a cualquier visitante. En sus 199 ecosistemas, la naturaleza y el ser humano han cultivado una incalculable diversidad que hacen de Bolivia la octava potencia mundial en biodiversidad. Entre hoy y mañana voy a vivir uno de esos contrastes naturales que tiene este pequeño país. Pasaré de la visita a este inmenso salar, el mayor del mundo. A visitar otro récord de la naturaleza, el desierto mas seco del mundo, un espacio en el inmenso desierto de Atacama: El desierto de Siloli. Tal es su aridez y sequía, que si le comparamos con el inmenso desierto del Sahara, donde las precipitaciones son de 25 milímetros anuales de media. En esta inhóspita zona a la que visitaré, solo llueven 0,1 milímetros de media: 250 veces más árido que el Sáhara. Haré una ruta que parece salida de otro planeta, en la que desconectaré del mundo caótico en el que vivimos y conectaré con el mundo natural que está allí afuera esperándome para vivir una estupenda aventura. Ruta en las que durante dos días desapareceré por completo, sin teléfono, conexión a internet, ni la comodidad del hogar o de un hotel cinco estrellas. Toda una experiencia que voy a tener la suerte de disfrutar.
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