De vuelta por enésima vez para algunos, y repetición o tercera vez para algún@s a este entorno privilegiado del Norte de África.
Que viajar engancha, lo corroboro por experiencia y que viajar a esta zona, con sus montañas, sus costumbres y sus peculiares gentes, deja marca. Es eviden⁷te a la vista de los antecedentes. Yo llevo "bajando al moro" desde el 2.010, y Txutxi me supera.
Aclarar en primer lugar, que en lo de “bajar al moro”, me refiero a viajar al Marruecos mas auténtico, con la intención de disfrutar de los contrastes, gentes, cultura, paisajes y rutas que nos ofrece esta "perla del norte de África" y que en su día nos causó una fascinación inmediata y duradera.
Las ventajas de viajar son muchas y nos permiten ampliar la cultura, ser más tolerantes, te aleja de tus rutinas y te e permite ampliar conceptos y aspectos de los que puedes tener una visión estereotipada, limitada o fragmentaria y racista. En definitiva, en cada viaje se aprende algo.
En cierta ocasión, el americano Mark Twain, escritor, cronista y entusiasta viajero dijo, que viajar es fatal para el prejuicio, la intolerancia y la estrechez de mente; Sin embargo, el viajero que cuenta “lo que ve”, “lo que comparte” o ése que se mimetiza con el entorno que explora, tiene el poder de estrechar lazos con tradiciones, costumbres y “maneras de entender la vida” de otras culturas
NUESTRO ITINERARIO
Este año cambiamos a Fez como ciudad de destino para comenzar nuestro viaje por Marruecos. Otros años ha sido Marrakech “La ciudad Roja” y "Puerta del Atlas", la que nos ha dado la bienvenida. Pero más allá de la seductora Marrakech y de las altas cumbres del Atlas Occidental y Central, como el Toubkal, Ras, Timesguida, Mgoum.. que otros años hemos ascendido. Marruecos es un país rico en cultura, historia e impresionantes paisajes por descubrir.
Fez será nuestro punto de partida de un hermoso viaje de reencuentro con Marruecos
Este año viramos al Norte, a los pies de las montañas del Atlas Medio, donde se levanta la ciudad de Fez, la capital cultural de Marruecos, y desde donde comenzaremos nuestra andadura, para proseguir hacia el Sur, hasta Merzouga, cruzando el Atlas Medio y sus bosques de cedro hacia la región de Tafilalet -en el antiguo reino Sijilmasa- y el Sahara, donde visitaremos las Dunas de Erg Chebbi y su Desierto. Disfrutaremos de ese entorno infernal para lo cotidiano, pero espectacular para los que vamos a tener la suerte de contemplarlo y patearlo solo dos días.
La mayor parte del desierto del Sáhara es una “hamada” o "hanmada", un desierto pedregoso, árido y con muy poca arena. Las hamadas existen en contraste con los ”ergs”, las zonas de dunas o región arenosa de un desierto. Los ergs activos se limitan a las regiones que no reciben más de 150 mm de precipitaciones anuales de media. Los vientos predominantes de cada región determinan en que parte de la extensión del desierto se van a acumular las dunas. La mayor hamada del mundo es la hamada del Draa, desierto del Sahara entre Marruecos, Argelia y el Sáhara Occidental, la zona donde estaremos. En el desierto del Sáhara las áreas de hamada representan casi tres cuartas partes. Pero nosotros vamos a poder disfrutar del pequeño espacio restante: “El Desierto de las Dunas de Arena Erg Chebbi".
Proseguiremos nuestro viaje por el Marruecos profundo. Dejaremos el desierto, y sorprende que en poco tiempo, en este territorio por donde discurrían la antiguas rutas caravaneras entre alcazabas o casbas de adobe, dejemos las olas de arena y entraremos en el Valle del Draa, el oasis más grande de Marruecos. Un territorio que se extiende desde Ouarzazate a Zagora y donde el agua del río del mismo nombre -Draa-, el mas largo de Marruecos, ha excavado este fértil valle tras las montañas del Atlas, entre eriales y desiertos. Pasaremos por palmerales y los Oasis de Tineghir.
Dejando atrás el fértil valle de Tineghir, nos encontremos ante una maravilla de la naturaleza que nos dará vértigo, las Gargantas del Todra, entraremos en el interior de un cañón de paredes verticales de más de 300 metros, que imponen su poderosa presencia. No hay descripción posible de la sensación de pequeñez que se siente frente al entorno que te rodea.
Esta garganta será la puerta de entrada para el comienzo de nuestro trekking de tres días en el macizo del Jabel Saghro. Impresionante y singular macizo volcánico, presahariano por encima de los dos mil metros de altitud, en el mismo borde del desierto del Sáhara y entre los valles de Dades, de Rosas y de Draa. En un paisaje lunar con grandes monolitos y planicies salpicadas de grandes bloques de piedra. Una prolongación hacia el Este de la cordillera del Anti-Atlas, separada de ella por el valle del río Draa. Hacia el norte de la cordillera se extiende el valle del Dades que lo separa del Alto Atlas.
Considerado entre los trekkings más atractivos de Marruecos, por lo insólito del paisaje y por estar al margen de los circuitos más turísticos. Singulares formaciones rocosas, machacadas por los vientos del desierto, como los insólitos cilindros de Bab n'Ali l Haimas, de pastores nómadas bereberes Ait Ata, uno de los grupos tribales más importantes del sur de Marruecos.
Finalizado el trekking, y de vuelta a Marrakech, nos encontramos a los pies de las montañas del Alto Atlas que se acercan a las del Sahara, en un lugar inesperado, el Valle de las Rosas, pasaremos por Kelaat M’Gouna, la capital del valle y que algunos hemos conocido en viajes anteriores. Continuaremos hacia Ouarzazate, <la puerta del desierto> su nombre tiene su origen en una frase árabe que significa "sin ruido". También es conocida como "El Hollywood de África". En la ciudad hay varios estudios de cine etre los que se encuentran unos de los más grandes del mundo, los Atlas Studios.
Tendremos la oportunidad de conocer la Kasbah Ait Ben Haddou, es una Kasbah situada 30 kilómetros de Ouarzazate. Esta ciudad fotificada ha sido filmada en decenas de ocasiones, incluyendo grandes producciones como Lawrence de Arabia, Gladiator, La Momia y la Joya del Nilo.
De camino a Marrakech pasaremos por Tiz’n ́Tichka (o puerto del Tichka), el alto de carretera más elevado de Marruecos, donde disfrutaremos de unos increíbles paisajes.
Y finalizaremos nuestro viaje en la espectacular “Ciudad Roja de Marrakech”, que hay que conocer para poder describirla.
Este año la falta la altura, se va a compensar con creces en la experiencia del Trekking en la isla natural del Jabel Sargho en el Anti Atlas y en el mar de dunas de Erg Chebbi de Merzouga.
DIA 9 -DESTINO FEZ, LA CAPITAL CULTURAL Y ESPIRITUAL DE MARRUECOS-
Salida por la mañana del aeropuerto de Bilbao con destino a Madrid para conectar con el vuelo de Ryanair que nos llevara en dos horas a la ciudad de Fez. A la que llegamos pasadas las 15 h.
Dicen que antes de que el turismo masivo acabe con ello, Fez es la mejor ciudad para conocer el verdadero Marruecos.
Fez es hoy la tercera ciudad de Marruecos por su número de habitantes, después de Casablanca, Rabat, aunque es la que mejor ha conservado sus tradiciones.
Fez es la más antigua de las cuatro Ciudades Imperiales de Marruecos y alcanzó su apogeo en el siglo XIII y XIV, bajo la dinastía bereber de los Mariníes, cuando era la capital del reino de Marruecos, tras arrebatar a Marrakech la capitalidad del sultanato en el siglo XIII. Capitalidad que perdió cuando el Imperio colonial francés la trasladó a Rabat en 1912.
Fundada poco después de que los árabes se extendieran por la Península Ibérica y el Norte de África. Aunque no goza de la fama de Marrakech, Casablanca o Rabat, sin duda tiene mucho que enseñar.
Hassan y su hermano nos recogen en el aeropuerto de Fez-Saïss (FEZ) que se encuentra ubicado en la localidad de Saïss, 15 kilómetros al sur de Fez. y nos trasladan al hotel Bad Boujloud, un hotel tradicional en el corazón de la Medina de Fez el-Bali y a unos metros de la principal puerta de acceso al entramado de calles de la medina y de la que el hotel ha tomado el nombre, Bab Bou Jeloud o Bab Boujloud.
Emplazada entre la fértil Saïs y los bosques del Atlas Medio, a orillas de los ríos Uued Fes y Zitu, en la región de Fez-Bulmán, Fez es la más antigua de las ciudades imperiales marroquíes, emblema cultural e histórico del país y su capital espiritual y religiosa. Tercera ciudad más grande del país, después de Casablanca y Rabat, su población de 1.115.000 habitantes –censo de 2016-.
Según cuenta la leyenda, el nombre de Fez proviene del golpe de pico que simbólicamente se dio cuando se fundó la ciudad (Fez significa pico).
Esta ciudad fue fundada en la margen izquierda del rio Fez en el año 789 por Idrís I, fundador también de la dinastía de los Idrisies y descendiente del Profeta Mahoma. En 810, Idrís II fijó su residencia en esta ciudad convirtiéndola por tanto en la capital de su reino.
Una revuelta que se produjo en la ciudad de Córdoba, España, en el año 818, a la sazón ocupada por los árabes, propició que muchos cordobeses emigraran a Fez. Otra rebelión en Tunez, concretamente en Kairuá, en el año 824 hizo incrementarse el número de árabes que escogieron a esta ciudad para asentarse en ella. De esta forma los árabes prevalecieron en detrimento de los bereberes. Fue con motivo de la llegada de los emigrantes árabes que los dos principales barrios de la ciudad recibieron los nombres de: Adwat al-Qarawiyyin y Adwat al-Andalus.
La ciudad imperial de Fez no es una sola ciudad, sino tres en realidad, tres núcleos perfectamente diferenciados: Fez el Bali (el viejo) que ya se habitaba en el siglo IX por la población morisca, Fez el Jedid (el nuevo) que corresponde a la zona imperial y militar, y surgió en el siglo XIII como una ampliación del anterior para la clase pudiente, y la ciudad europea Ville Nouvelle, levantada en el siglo XX, en torno a 1920 por los colonizadores franceses.
Fez tiene mas de 300 barrios, y si cinco son los pilares del islam, cinco son también los cimientos sobre los que se sostienen todos estos barrios, con una mezquita, una madraza, un horno comunitario, una fuente y un hammam, para que religión, formación, comida, agua y aseo estuvieran garantizados.
Pero no dispondremos de mucho tiempo, la tarde de hoy y marcharemos mañana al mediodía. Así que nos centraremos en una de las tres zonas en que se divide la ciudad y el verdadero tesoro de Fez: La Medina de Fez el-Bali, que es la parte más vieja y amurallada de la ciudad y en el interior de sus murallas que alcanzan hasta los 15 kilómetros de extensión, se encuentran los principales museos y monumentos.
Los guías de la medina afirman, con mucha seguridad, que la ciudad vieja de Fez encierra entre su cinturón de murallas más de 22.000 casas, 5000 tiendas y 9000 callejas, muchas de ellas sin salida. Semejante laberinto intimidó a franceses del Protectorado, quienes, incapaces de orientarse, acabaron levantando la mucho más manejable Villen Nouvelle o ciudad nueva, a cinco kilómetros de la antigua.
Es la medina medieval viva más grande del mundo, sin automóviles y designada Patrimonio de la Unesco dada su condición como zona peatonal más grande del mundo, la Medina de Fez conforma una celosía urbana de 9.000 callejones donde se forja un paraíso del comercio y el regateo. Un revoltijo de zocos en un laberinto de 42 kilómetros de calles sin salida, con tiendas, sinuosos y estrechos callejones, arcos, palacios, mezquitas, bazares, fuentes, plazas y toda clase de mercados, en la que una vez que se entra tienes la impresión de que no se sabe cuándo se saldrá ni cómo.
Hemos contratado un guía local y sobre las 18 horas nos disponemos para hacer una "visita médico" en la Medina amurallada y sus zocos. Un paseo por un laberíntico espacio, la mayor zona peatonal del mundo, en la urbe mas antigua de Marruecos atiborrada de artesanos, negocios, mercados, madrazas, mezquitas, curtidurías, riads, fuentes, rincones escondidos y muchísima historia y tradición.
Pese a que literalmente medina signifique ciudad, la palabra ha terminado por definir al casco antiguo amurallado de las ciudades islámicas.
La medina amurallada de Fez es una de las más antiguas y mejor conservadas del mundo. fundada hace más de 1200 años en el margen derecho del río que ahora la atraviesa y que poco después se extendería hacia la otra orilla. Su arquitectura refleja una mezcla de estilos, como el árabe, el andalusí y el amazigh. Está llena de callejuelas estrechas, zocos tradicionales y hermosos edificios históricos. Sus calles empedradas, sus murallas centenarias y su arquitectura impresionante la convierten en una verdadera maravilla.
Para visitarla, lo mejor en esta zona es callejear partiendo de Bab Bou Jeloud, que es la puerta de acceso más importante de la Medina -bad significa puerta en árabe- y desde la que parten sus dos arterias principales: A la izquierda Talaa Kbira (la cuesta grande, con una pendiente más pronunciada) y a la derecha Talaa Saguira (la cuesta pequeña) que unen los principales lugares turísticos. Cuando te metes por los callejones de esta laberíntica Medina, se ha de intentar tener como referencia una de las dos calles para no desorientarte. Te adentras en un mundo de otro mundo.
PUERTA BAB BOU JELOUD "LA PUERTA AZUL"
En la esquina suroccidental de la ciudad vieja, la puerta Bab Bou Jeloud, una de las cuatro entradas a la Medina, es todo un símbolo de Fez y una destacada obra de la arquitectura tradicional marroquí. Su gran fachada de zelliges y arabescos -azules en la cara exterior y verdes en la interior- y su triple arcada en herradura, la dan una apariencia única. Además, es el principal punto de entrada a la medina, dando acceso a las calles de Talaa Kebira y Talaa Seguira.
En su decoración se trenzan símbolos islámicos y hebreos en azulejos ( zelliges y arabescos) azulados que le ha valido el nombre de “la Puerta Azul”, aunque sólo exteriormente, porque si la cruzas y la miras nuevamente verás que los azulejos son verdes. No pienses que estos colores se han elegido al azar: el azul simboliza la ciudad de Fez y el verde al islam.
Al traspasar la puerta Bab Bou Jeloud nos recibe una plaza del mismo nombre, llena de terrazas y restaurantes. Al fondo el elegante minarete de la madrasa Bou Inania y al lado el de la mezquita de Sidi Lezzaz que se pueden divisar a través del arco de herradura de esta gran puerta occidental de la medina de Fez.
La medina pertenece a la época medieval a pesar de que, en su interior, existen monumentos más antiguos. Sin embargo, una de las cosas curiosas que tiene este lugar es que su entrada principal es muy reciente comparada con el resto de la medina, puesto que la puerta de Bab Boujloud aunque tiene su origen en el siglo XII, no adquirió su impresionante decoración a base de azulejos, hasta el siglo XX, concretamente en 1913, por instrucción de la administración francesa poco antes de que fuera declarado el Protectorado francés en el país. y siguiendo un estilo hispano-árabe.
Nos adentramos en el interior del bario antiguo de Fez, en un laberinto de calles siguiendo a nuestro guía y confiando en qué, en tan poco tiempo, podamos disfrutar del encanto de este lugar. Designado Patrimonio de la Unesco y donde en sus zocos se forja un paraíso del comercio y de regateo.
Laberíntica, caótica y atestada, aunque no entramos en hora punta.. Algun@s conocemos la de Marrakech pero en una primera impresión, aquí las calles son mas estrechas, pero también repletas de puestos y tiendas a ambos lados, lo que te puede dar una sensación mas agobiante y resultar una locura. Pero dentro de esta primera impresión caótica de agobio, locura y desorden. Existe una "ordenada" división por gremios. La Medina se organiza de forma gremial, de modo que uno puede ir identificando las zonas según su tradición industrial: sederías, curtidurías, caldererías, zocos... Pero el sistema no es del todo práctico a la hora de orientarse, y lo normal, si es que uno decide hormiguear solo por las entrañas de Fez-El-Bali, es que acabe perdiéndose entre la infinitud de calles.
Nos encontramos dentro de un espacio de tal complejidad y tan alejado de nuestra concepción de lo urbano que no sabemos asimilarlo.
Una buen regla para orientarte, es tener como referencia las dos calles principales, y un pequeño truco que conviene recordar, los nombres de las calles (en alfabeto latino, árabe y bereber) escritos sobre carteles rectangulares, significan que la calle es transitable y comunica con otras; mientras que un nombre escrito sobre una placa hexagonal indica que estás entrando en un callejón sin salida.
Si sigues calles con carteles rectangulares, lo mas probable es que acabes en una de las dos calles principales de la Medina. No obstante, lo mas seguro es contratar un guía, aunque conviene asegurarse de que se trate de un servicio oficial. Porque ya se sabe: la picaresca es deporte nacional en Marruecos.
Sin guía, fluir con la multitud será la única orientación fiable en Fez. Porque en cuanto uno se deje arrastrar por algún callejón menor, ya estará perdido, a menos que sepa regresar sobre sus pasos y volver a encauzarse entre una muchedumbre que sí sabe adónde va y, muy probablemente, lo conduzca hasta otra puerta de la muralla.
Para comenzar la ruta nos dirigimos calle abajo, hacia la Place Bou Jeloud y al poco, entramos por una calle estrecha, al imbricado laberinto de callejuelas, escaleras y plazas. Entramos al zoco y lo primero que vemos son tenderetes de frutos secos y verduras, es el mercado de verduras, frutas y especias. Si giras a la derecha bajarás a una zona de carnicerías con carne de dromedario y chiringuitos de comida especializados en pinchitos de carne de esos mismos puestos.
Las dos arterias principales se unen por callejones, nosotros estamos en Talaa Kebira.
En el laberinto fesí no hay cielo. Bueno, uno sabe que está ahí arriba porque, de vez en cuando, el viajero mira a la estrecha rendija de luz que se abre sobre su cabeza.
Fez es el emplazamiento medieval más antiguo del Islam, pero las numerosas antenas parabólicas que cubren los tejados de la Medina nos recuerdan que no estamos en la Edad Media y que nos encontramos en pleno siglo XXI. Lo antiguo en las estructuras de los edificios se funde con lo moderno de las nuevas tecnologías de la comunicación..
Los zocos de Fez forman parte del misterioso encanto que nos encontramos por sus enrevesadas callejuelas agrupas en diferentes gremios, convirtiéndose en un auténtico laberinto.
En la medina de Fez, que ocupa una superficie de unas 350 hectáreas (más de 350 campos de fútbol), está prohibido el transporte a motor, aunque bien es cierto que algunas motocicletas sí hay perdidas entre sus 9000 callejuelas. Lo más común es moverse en burro, tanto para que las personas se desplacen como para transportar las mercancías dentro de la propia medina o hacia el exterior.
En la Medina lo más interesante son los gremios de artesanos que ocupan calles y plazas, muchas de ellas centradas en una única actividad. En el caótico trazado por el que nos encontramos, de repente el espacio se agranda y aparece una de estas pequeñas plazas de mercadeo. Estamos en el corazón de la Medina, donde se encuentra la pequeña Plaza Seffarine, en esta plaza se conserva uno de los oficios más antiguos de Fez, el de los artesanos caldereros.
Plaza Seffarine
Se trata de una de las plazas más tradicionales e importantes de la medina. También conocida como la plaza de los Caldereros, por el gremio que ocupa parte de su espacio y el zoco que se creó en la zona.
La Plaza Seffarine acoge uno de los oficios más antiguos y tradicionales de Fez: el trabajo del metal, en este caso el cobre, a golpe de calor y martillo. Los caldereros se dedican a trabajar el cobre desde tiempos inmemoriales, para producir algunos artículos como teteras, ollas, cajas de té, bandejas o recipientes para el tajín, entre otros recipientes trabajados en cobre rojo.
Parece que es una plaza bastante ajetreada y ruidosa por el trabajo con martillos y cinceles, pero a estas horas no hay artesanos trabajando.
Hoy en día muchos de estos artesanos que siguen arremolinándose en esta zona desde hace siglos mantienen el mismo sistema de trabajo que sus antepasados, aunque ahora ya hacen más arreglos y reparaciones que nuevos productos.
Mezquita Al Karaouine o al-Qarawiyyīn
Nos encontramos en el barrio Al Karauine, muy cerca del rio, y en esta zona se encuentra la mayor parte de los monumentos y museos más emblemáticos de la ciudad imperial de Fez, pero son las seis de la tarde y es la hora de cierre para las visitas.
Apenas a cien metros de donde nos encontramos tenemos la Mezquita Al Karaouine o al-Qarawiyyīn, que da nombre al bario, pero al igual que ocurre con casi todas las mezquitas de Fez, sólo pueden acceder a su interior las personas pertenecientes a la religión musulmana, por lo que los turistas deben conformarse con el pequeño espacio que se puede vislumbrar desde la puerta. Pudimos echar una ojeada desde fuera, el huequito que nos deja la portezuela abierta permite adivinar las primeras arcadas de las naves. Puede que lo más atrayente de la Karaouiyine sea que permanece oculta a los curiosos ojos de los nazarenos.
Esta mezquita fue fundada en el siglo IX (859) por iniciativa de una mujer, Fátima al-Fihri, una emigrante de Kairuán, en la actual Túnez, y que se instaló en Fez, en el barrio de los kairuanos, junto a su familia -importantes comerciantes- que había sido exiliada, al igual que el resto de los residentes del bario, de ahí el nombre de la mezquita. El minarete, que data del año 956, es el único vestigio de la construcción primitiva. El edificio actual es de la época del almorávide Ali ben Youssef, de 1135.
En el complejo de tejados verdes se incluye la mezquita, la biblioteca y la madrasa, considerada la universidad más antigua del mundo. Su creación fue 200 años antes del surgimiento la universidad de Bologna, Italia, la primera de Europa, en 1088. Es tan grande que, a lo largo de los siglos, se ha quedado semiescondida entre las casas y calles del barrio de Al Karaouine. A mediados del 2016, se finalización las obras de su restauración. Está conectada con el laberinto de calles y callejones por los cuatro lados, con sus14 puertas de entrada, cada una de ellas con una función social: la de los hombres, la de las mujeres, la de los muertos…
En sus inicios, solo había una mezquita con una escuela en la que se enseñaba el Corán y una humilde biblioteca, pero a lo largo de los años Al Qarawiyyin se transformó en una institución mundialmente famosa.
Vista de la medina de Fez donde destacan el río Ued Fez y la mezquita de al-Qarawiyyīn. Sus techos de tejas de cerámica verde son el centro de atención en Fez desde cualquier punto de vista sobre la ciudad.
La Universidad logró su máximo apogeo en los siglos XIII y XIV, momento en el cual su biblioteca se enriqueció con textos procedentes de Al-Andalous. También entonces comenzaron a construirse las hermosas madrazas que la rodean (una especie de Colegios Mayores Coranicos), para dar cobijo a sus estudiantes. Además, en esa época se incorporaron otras importantes ramas del conocimiento para su estudio: matemáticas, astronomía, medicina, geografía o retórica. Esta Universidad ha ayudado a convertir Fez en cuna espiritual y cultural del país.
El sultán Abú Inán dotó a la Universidad al Karaouine de una biblioteca con un contenido muy rico que en 1613 llegó a superar la cantidad de 320.000 obras y manuscritos. Fue entonces cuando estudiantes y sabios comenzaron a desplazarse hasta Fez, convertida en capital de la ciencia y el conocimiento del Magreb.
Hoy en día la biblioteca aún conserva más de 30.000 obras, entre las que se incluyen algunos ejemplares raros y manuscritos únicos en el mundo.
Hoy, la mezquita Al Karaouine está considerada,por la Unesco y el Libro Guinness de los Récords, como la institución universitaria más antigua todavía en funcionamiento del mundo. Hay que recordar que, en el siglo IX, Fez era la capital de la dinastía idrisí, considerada como el primer Estado islámico marroquí.
En este complejo surgió el germen revolucionario marroquí. Al-Qarawiyyin fue clave en el movimiento nacionalista marroquí contra el régimen colonial francés ya que muchos de sus miembros habían estudiado en esta histórica mezquita. De hecho, en una de las casas de la medina se escribió el Manifiesto por la Independencia de 1944, que ahora se puede leer grabado en mármol (en árabe).
Tiene capacidad para 20.000 personas durante la oración. Aunque la gran construcción de la medina es la Mezquita Kairaouine, la mayor del Norte de África, hasta el año 1.993, cuando el rey Hassan II inauguró la Mezquita monumental de Rabat.
Ya que toda la Medina de Fez parece un gran mercado, es complicado delimitar zonas comerciales, pero alrededor de esta zona se concentran los principales zocos gremiales de la Medina, pero no pudimos acercarnos a ninguno de ellos. Lo que menos esperábamos en esta zona del planeta, era una tarde de tormenta. Nos pilla una tromba de agua y por momentos, las estrechas callejuelas se convierten anegadas, en regatos color marrón chocolate, por la suciedad que arrastraba el agua. Así que se suspenden las visitas, ha oscurecido y parece que es de noche cerrada. Tenemos también a tiro de piedra otros dos monumentos importantes.
Uno de los lugares santos más emblemáticos de Marruecos, el mausoleo (Zaouia) dedicado a Moulay Idris II, patrón de la ciudad de Fez y el santo más venerado de todo el país, un santuario dedicado al que fue rey de Marruecos entre los años 807 y 828. Mulay Idriss II fue el hijo del fundador de la dinastía Idrisida que reinó en Marruecos a principios del siglo IX. El mausoleo, comenzó su construcción en el año 1717 y se vio finalizado en 1824, momento desde el cual se convirtió en el lugar más sagrado de la medina. Al igual que en la mayoría de los lugares de la ciudad, los no musulmanes tienen prohibida la entrada al Mausoleo, pero desde la puerta se puede hacer una idea del imponente edificio, pero no llegamos ni acercarnos y eso que estaba pegando al complejo de la Mezquita Kairaouine.
El segundo, la Madrassa Attarine que estaba cerrada y otra de esas maravillas del arte andalusí que adornan la ciudad santa de Marruecos. Esta madrassa o madraza del siglo XIV, situada junto al mercado de especias y perfumes en el Souk al-Attarine, es una obra maestra de la dinastía merínida, encargada por el sultán Abu Sa’id Uthman II.
También muy cerca se encontraba el Barrio Andalusí y el que tampoco pudimos visitar, junto al margen derecho del río Fez y que se surgió en el siglo IX por la acogida de miles de ciudadanos de Al-Andalus (entre 8.000 y 20.000 familias, según algunas fuentes) que emigraron principalmente desde Córdoba por culpa de los conflictos que se desataron en Al-Andalus, por entonces un importante emirato omeya.
Una pena no haber pasado por el cercano Zoco Bellagine donde los artesanos fabricaban los zapatos de madera que llevaban los fesíes durante la época de lluvias y haber comprado unos.
Así que, lo urgente era guarecerse. Nuestro guía nos conduce entre calles y nos mete en una tienda de tejido bereber, por lo que anunciaba el cartel de la entrada. Es evidente que ya lo tenía previsto como una de las visitas del tour. Todos los guías de todo el mundo, vayas donde vayas, siempre te llevan a alguna tienda donde tienen comisión. Pero en esta ocasión nos sirvió de refugio para cobijarnos de la tormenta.
En el interior del local estuvimos un buen rato viendo telas, alfombras y poniéndonos pañuelos. Y observamos a unos operarios manipular viejos telares, con los que según el dueño del local Mouhammed, hacían artesanalmente las alfombras.
A lo que si nos acercamos, después de salir de la tienda de alfonbras, fue al barrio Chuara o de los Curtidores, donde se puede ver el teñido de las pieles desde las terrazas de algunas tiendas. Lógicamente a estas horas los curtidores no están trabajando y no podemos ver el proceso del curtido.
Las curtidurías en Fez son las más antiguas de todo el norte de África.
Nos acercamos a la curtiduría Chouwara o Chouara que es la más extensa de las cuatro curtidurías tradicionales que continúan con vida en el corazón de la Medina Fez el-Bali, al lado del rio.
La plaza de la Curtiduría Chouwara, es un patio rodeado de bloques de pisos donde se encuentran las tiendas por las que contemplar el trabajo artesanal a través de sus terrazas.
Algun@s ya conocemos las curtidurías de Marrakech con el mismo proceso. Un espectáculo de cubetas de tintes naturales y excremento de pichón en los que los curtidores remueven el viejo arte de limpiar y tintar cuero y donde se respira un hedor insoportable, que los visitantes lo palían con una ramita de hierbabuena en la nariz. Pero que los trabajadores, en unas nefastas condiciones, trabajan semidesnudos metidos en esas cubetas enormes, agrupadas como si de un panel de abejas se tratara, trabajando con la piel frotándola y enjuagándola.
Las curtidurías marroquíes, impresionarán incluso a los más indiferentes. ¡La gente trabaja aquí, todos los días, en todas las estaciones con un esfuerzo indescriptible, en suciedad y hedor! Sus condiciones de trabajo no han cambiado mucho desde la Edad Media. Aun así, trabajar en este lugar es casi … ¡un honor! Ser curtidor es una profesión familiar, heredada de abuelo a padre y de padre a hijo. Además, es un empleo por tiempo indefinido, que no es insignificante en las condiciones laborales africanas.
A diferencia de Marrakech, en Fez no se accede a la propia curtiduría por pasillos entre sus depósitos donde trabajan los curtidores. Se ve la actividad desde la terraza de las tiendas que la rodean.
Nosotros la vimos sin actividad desde una terraza de un comercio. Pudimos ver gran cantidad de cubetas de piedra o "noques" que se distingue en dos grupos: las que su interior es blanquecino y en ellas se elimina la mayoría del sobrante que traen las pieles del cordero, el buey, la cabra y el camello, y se las da firmeza. El líquido blanquecino está compuesto por cal, excrementos de paloma, cenizas y orines de vaca. Ésta es la principal razón del fuerte olor que caracteriza a este lugar. El segundo grupo ofrecen toda una paleta de colores, repletas de tintes naturales para la coloración del cuero.
El río Fez o Oued Fes, canalizado en esta parte y que divide a la ciudad vieja en dos, pasa adyacente a la zona de curtido. Junto a él descargan pieles que hace poco han sido extraídas de los animales, con todo su pelo, toda su grasa, olor y moscas. Dentro del río, con las piernas sumergidas en la corriente, una persona hace un primer lavado de los pellejos.
Las curtidurías se situaron a orillas este río desde la Edad Media para aprovechar los efectos limpiadores de una corriente que arrastra fuera de la ciudad todas las inmundicias de la medina y los residuos de una de las industrias más íntimamente ligadas a la historia de Fez. A partir de la década de 1950 fue cubierto poco a poco por losas de hormigón armado, hasta que prácticamente no quedó nada de él. El cauce del Oued Fes sirve de cloaca natural a una ciudad que ha enclaustrado al río entre paredes verticales ciegas, que impiden ver un cauce de color marrón indescriptible.
Después de la tormenta el caudal del rio aumento en tal medida, que parecía que iba a desbordarse.
Regreso al hotel, por las estrechas callejuelas con poca luz. Se ve muy poca gente. Llegamos a la Puerta Azul pegada a nuestro hotel. Hassan nos ha reservado la cena en un restaurante cercano al que llegamos en unos minutos.
Después de la cena un poco de tertulia y nos retiramos a descansar.
Nos ha sorprendido el canto del muecín llamando a la oración -Salat- que de forma individual se realiza desde cada mezquita de la ciudad, formando un coro de voces que se entremezcla para la misma llamada. Este canto se repite cinco veces al día, son las veces que el Corán obliga a los creyentes a rezar. Es tarea del muecín, desde el minarete de la mezquita, convocar a la oración, de viva voz, las cinco veces preceptivas diarias que se ha de rezar. En la actualidad, los almuédanos ya no suben a los minaretes, sino que usan la megafonía para que el adhan salga por los parlantes que están instalados en lo alto de los minaretes. Es impresionante estar paseando tranquilamente y comenzar a escuchar en todas las mezquitas de la ciudad simultáneamente este "recital" árabe, que parecen lamentos.
Al día siguiente desayuno a las 9 h en la terraza del hotel.
Desde la terraza del hotel tenemos unas excelentes vistas al Norte, la llanura de Fez, al fondo se abre ante los ojos una pequeña colina que sostiene las ruinas de las tumbas meriníes, mausoleos fundados en el siglo XIV para acoger los restos de los primeros conquistadores de la ciudad y un excelente mirador con espectaculares vistas panorámicas de la ciudad vieja de Fez que por falta de tiempo no pudimos visitar.
Un proverbio dice: La casa del moro por fuera de adobe y por dentro de oro.
Dejaremos la ciudad sobre el mediodía para desplazarnos en un largo viaje de 7 horas en furgoneta hasta Merzouga, por lo que apenas disponemos de tiempo para hacer alguna visita.
Doy un corto paseo por las dos calles principales y llego Medersa al-Attarine, muy cerca de la Mezquita Al-Qarawiyyin. Fue construido por el sultán meriní Uthman II Abu Said en 1323-5. La madrasa toma su nombre del Zoco al-Attarine, el mercado de especias y perfumes. La Medersa Attarine fue una de las principales escuelas de la religión coránica en las que los estudiantes podían residir durante sus estudios.
Debido a que una gran parte de las clases tenían lugar en la Mezquita Al Karaouine, la mayoría de las medersas (o madrazas) de la ciudad se situaron en sus alrededores.
De regreso me acerco a la entrada de la Madraza Bou Inania, muy cerca de la Puerta Azul y la escuela coránica más espectacular de Fez. La madraza Bou Inania sigue siendo una mezquita a la que acuden los fieles a orar los viernes y no ha perdido la función de universidad coránica por la que se erigió. La escuela, al ser también mezquita, hace que algunas zonas no pueden ser visitadas por los turistas.
Al contrario de lo que ocurre con la mayoría de los edificios religiosos islámicos marroquíes, la madraza está también abierta a los no-musulmanes.
En la actualidad, la madraza Bou Inania sigue siendo uno de los centros de formación más influyentes de todo el mundo musulmán, y, es la única en Marruecos reconocida como “Gran Mezquita”; un título atribuido a este edificio por ser la única escuela coránica con minarete, elemento arquitectónico que la hace mezquita.
La entrada principal da acceso a un gran patio central con suelo de mármol, que se abren en los lados izquierdo y derecho, salas más pequeñas, diseñadas para clases y cubiertas con bóvedas de madera, pero desde la entrada no puedo ver nada y no dispongo de tiempo para hacer una visita. Así que me doy la media vuelta y regreso al hotel.
La ciudad de Fez tiene una áurea especial. Tal vez es porque la Medina de Fez-El-Bali representa un testimonio patrimonial de su historia, y adentrarse en ella es viajar al lugar que un día fue el centro de todo. Un lugar en el que, sin duda, vale la pena perderse dentro del urbanismo medieval islámico en el que encontrar alguna calle que no gire en un ángulo inverosímil es una quimera.
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