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LA FIGURA DE LOS JORRIOS y MI AFICIÓN A LAS PIEDRAS

 

LA FIGURA DE LOS JORRIOS y MI AFICIÓN A LAS PIEDRAS

Balmaseda, 24 de agosto de 2024





Los Jorrios (839 m) es un lapiaz abrupto y destaca entre las cimas de la zona por su carácter rocoso, con su laberinto kárstico desde el collado de El Remendón (721 m), pero también con zonas de hierba, que nos alejan de las rocas de la cima y permiten unir este recorrido con las suaves formas del Armañón  ( 854 m ).

Precisamente, en esa zona de hierba a sus pies, dirección hacia el Armañón, un día y año que no puedo precisar, en una ascensión que realicé con mis compañeros Mikel y Marzagón, recogí el objeto de piedra de la foto bajo estas líneas, que luego conservé como pieza decorativa, sin darle más valor que el que le confería su peculiar forma y sin fijarme en los detalles.

Además, la encontré en el collado, sin enterrar, en un sitio despejado y evidente, en posición invertida, como se muestra en la fotografía.













No sé porque razón, las piedras siempre han llamado mi atención y he sentido una atracción especial hacia ellas. Pero seguro, que parte de culpa la tiene el murallón calizo y mágico del Amboto, al que ascendí a muy temprana edad con el Club de Montaña de mi pueblo Balmaseda, y que me dejó impresionado por su forma y los innumerables mitos que guarda, entre ellos, en una cavidad que se abre en el vertiginoso paredón oriental, donde dicen es el lugar de morada de Mari, la diosa madre del primitivo panteón de la mitología vasca, centrado en este genio o divinidad de carácter femenino.




Y en una de mis ascensiones a esta emblemática cima, también recogí una piedra en el descenso por su cara Sur, dirección al collado de Zabalandi. En ésta, si me fijé desde el principio y me llamó la atención su forma y su parecido a una grotesca cara que la tengo de compañera de balda con la figura de Los Jorrios.    
 

Y en mi colección, hay también una piedra del  Lago de Ifni,  el lago de montaña más grande de Marruecos, ubicado en el parque nacional del Toubkal a una altitud de 2295 m y que recogí en uno de mis viajes para ascender a la cima del Toubkal (4.167 m), el pico más alto de Marruecos y de toda África del Norte.

Me llamó la atención porque tenía, a mi entender, restos de fósiles. Había una cantidad ingente de rocas con las mismas características.



 

También tengo de Marruecos, una pequeña piedra que recogí en el desierto de Merzouga.


 

También en Marruecos, este año recogí una piedra en la playa de Sidi Kaouki, pueblo de la costa atlántica marroquí cerca de Esauira, que me llamó la atención porque me parecía la cabeza de un pez.

Tengo algunas otras recogidas en cimas de montes, pero por último quiero detallar una piedra que me regaló una conocida, Susana, en San Carlos del departamento de Maldonado en Uruguay. 


Estaba convencida de que las piedras emiten energía y dada mi tez albina, intuyó posibles problemas de estómago, y como prevención, me la regaló aconsejándome tenerla siempre cerca de la tripa al acostarme.

Soy un poco escéptico con esas cosas, pero a caballo regalado y atendiendo a la expresión coloquial de que “menos da una piedra”, la acepté con agradecimiento.

Para mí es importante destacar que las creencias sobre la energía de las piedras son una parte importante de muchas prácticas espirituales y pueden tener un valor significativo para las personas en términos de bienestar psicológico y espiritual. Sin embargo, estas creencias no deben confundirse con la ciencia y deben considerarse como una cuestión de creencia personal y espiritual, en lugar de un hecho científico establecido, dado que, hasta la fecha, no existe evidencia científica sólida que respalde la idea de que las piedras emiten energía de la manera en que se describe en muchas tradiciones espirituales y pseudocientíficas. La creencia en las propiedades curativas y espirituales de las piedras se basa principalmente en la experiencia personal y la tradición cultural, pero no está respaldada por investigaciones científicas rigurosas.

No obstante lo anterior, como no cuesta nada, algunas veces me he puesto la piedra en la tripa.

Y no soy el único al que le llaman la atención. Las piedras desde el principio de nuestros tiempos, han ejercido un influjo especial sobre el ser humano. Han marcado desde el principio lo que llamamos historia y están presentes en la faz de la Tierra desde que las primeras conformaron la corteza terrestre, hace cuatro mil millones de años.

Dicen que si las piedras te llaman es por algo, y en mi caso, por simple curiosidad. Lo mío con las piedras, ha sido un cúmulo de circunstancias en el tiempo. Pero fruto de la casualidad, la piedra de los Jorrios ha abierto un nuevo capítulo, que no se bien en que quedará.

Hace unos días, rehabilité y pinté una pequeña mesa de mimbre, de unos 50 cm de alto y sobre ella puse la figura de los Jorrios, cambiándola de posición, junto a otros objetos. Saqué una foto, y desde la nueva perspectiva observé algunos detalles que me llamaron la atención. No sé si fruto de mi imaginación, me parecía que la parte superior estaba más pulida y tenía la forma de empuñadura parecida a una cabeza, y sobre la mitad de la figura sobresalía un resalte curvo que también llamó mi atención.

Mi primera impresión, fue que el pedazo de roca que recogí a los pies de los Jorrios, podría tener más importancia de la que la di yo en su día. Salvo que mi sistema límbico, me haya hecho una jugarreta, y al procesar la imagen mi cerebro me haya trasmitido algo imaginario.

No sé cuál será ese grado de importancia, pero dado que la encontré en el término municipal de Turtzioz, me puse en contacto con el ayuntamiento de esa localidad, les remití unas fotos y un video, con una pequeña descripción de cómo y dónde lo había encontrado, y me señalaron que lo pondrían en conocimiento del Secretario de la Diputación Foral de Bizkaia para ver el proceder.

Sea lo que sea y la importancia que tenga, o que han sido todo cábalas fruto de mi imaginación, la figura de los Jorrios ya tiene su particular y misteriosa historia. 
















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