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2022-05-11 RUTA CALLEJUELAS DE LA ENGAÑA Y CASCADA DE LA OSERA


 

2.022-05-11 Ruta de las Callejuelas de La Engaña y Cascada de la Osera en La Merindad de Valdeporres.


 

Hoy miércoles 11 de mayo, puede ser otro gran día para hacer otra escapada y visitar dos preciosos enclaves que se encuentran en la Merindad de Valdeporres: Las Callejuelas y la Cascada de La Osera. Para ello, desde Balmaseda nos dirigimos a Pedrosa de Valdeporres, localidad burgalesa y capital de esta Merindad, enclavada en la comarca de Las Merindades y a una distancia de nuestra villa de unos 60 km.

Cada vez que visitamos Las Merindades, en el norte de Burgos, descubrimos nuevas rutas de senderismo muy interesantes. En esta ocasión nos acercamos a la Merindad de Valdeporres para realizar la Ruta de las Callejuelas de La Engaña de unos 8 kilómetros, ida y vuelta.

Grandes rocas que formaban unas callejuelas y pasadizos muy curiosos.

En menos de una hora llegamos al parking que se encuentra pasando la localidad de Pedrosa y desde donde comenzamos la ruta, que arranca justo junto a la boca de entrada de la malograda obra del Túnel de La Engaña. Una obra faraónica que se cobró muchas vidas y nunca fue utilizada.

Nueve años se utilizaron para comunicar por ferrocarril las provincias de Burgos y Santander, además de unos 300 millones de pesetas de los de entonces, 600.000 kilos de dinamita y bastantes vidas. Se trataba entonces del túnel mas largo de España que discurría a unos 600 metros bajo tierra y unió, en su día, la Merindad de Valdeporres con Cantabria.


Este “túnel fantasma” se construyó como parte del proyecto de ferrocarril Santander-Mediterráneo de los años 20, que pretendía unir el mar Cantábrico (puerto de Santander) y el mar Mediterráneo (puerto de Sagunto). Un largo túnel ferroviario de 6976 metros de longitud, en su día el más largo que se construyó en España y apto para albergar doble vía y conectar la Merindad burgalesa de Valdeporres y la Vega del Pas cántabra, solo que por allí jamás pasó ningún tren debido al abandono de la línea. A pesar de esto, muchos camiones lo atravesaron cuando las grandes nevadas obligaban a cerrar el Puerto del Escudo.


El pasadizo fantasma que atraviesa la Cordillera Cantábrica fue durante 48 años, con sus 6.976 metros, el túnel ferroviario más largo de España, ferroviario sólo de intención, ya que jamás circularon trenes bajo su bóveda y no llegó a tenderse ni un solo metro de vía. Intransitable por los derrumbes, lo único que pasa hoy por este conducto es el tiempo, que dicen que todo lo cura, pero también todo lo destruye.

La perforación comenzó por la boca sur y unos meses después se acometió también desde la boca norte, hasta que el equipo que penetraba desde Valdeporres y el que avanzaba desde el Valle del Pas se encontraron, el 26 de abril de 1959.

La obra del tramo al que pertenece el túnel comenzó en 1941 y concluyó en 1961, dos años después de que se supiera que no iba a entrar en servicio, y costó 280 millones de pesetas de la época. 

En Cantabria se atribuyó la decisión de la dictadura de Franco de anular la línea a la presión de una oligarquía vasca que se oponía a que el puerto de Santander ganara tráfico en detrimento del de Bilbao. Es una hipótesis extendida, aunque no hay verdades absolutas al respecto. Otros estudiosos achacan el cierre a la entrada en vigor en 1959 del Plan Nacional de Estabilización Económica del franquismo, que implicaba un cambio en el modelo de desarrollo para evitar la quiebra del país.

La obra afrontaba un desafío técnico sin precedentes. Tampoco ayudaba la dureza del trabajo manual, así que el gobierno alivió a la primera constructora contratada cediéndole la mano de obra de presos republicanos, presos políticos durante la dictadura de Franco, que trabajaron gratis, en régimen de redención de penas, desde que comenzaron las obras en el año 1942, hasta que les llegó el indulto en el año 1945 y para los que se construyeron en 1942 ,dos poblados. Uno de ellos en  Pedrosa de Valdeporres (Burgos) y otro en Vega de Pas (entonces provincia de Santander) con una población de 370 y 190 presos respectivamente.


Con el indulto, ya no se iban a poder usar presos políticos en los trabajos del túnel, y aquello rentaba menos, la empresa abandonó los trabajos . Después, la obra avanzó gracias a operarios contratados por la empresa Portolés y Cía de Zaragoza. De hecho, a quienes habitaron en Vega de Pas a causa de las obras se les denominaba en la comarca “portoleses”. A pesar de su peligrosidad, esta impresionante obra atrajo a muchos trabajadores, sobre todo de tierras del sur como Andalucía, Extremadura y Cuenca. Trabajadores jóvenes con unos sueldos altos para aquella época, debido a la peligrosidad del trabajo. También muchos optaron por quedarse y continuar en la excavación, ahora cobrando.

Este túnel de La Engaña, en las Merindades, es el final de un viaje a ninguna parte. Su boca tapiada perfora la ladera de los montes de Somo, en el fondo de un barranco boscoso y húmedo donde los árboles se han enseñoreado del paisaje. De sus casi 7 kilómetros de longitud, 5 km discurren por Burgos y 2 Km por Cantabria y su construcción supuso más de 20 años de trabajo.

Su longitud es de 6.976 metros, su anchura de 8 metros y su altura de 6,5 metros El kilometraje está indicado cada 100 metros con letreros en la pared En el 2800 hay un desprendimiento que impide cruzarlo desde el año 1999.

Actualmente pasar es imposible, tras un primer derrumbe en los años 90, un desprendimiento en 1999 y otro posterior en 2005, han tapiado la boca del túnel. Pero sí pudiera hablar, seguro que nos contaría la historia de esa obra faraónica que se cobró vidas por derrumbamientos y la silicosis pero que nunca fue utilizada.

Desde el parking comenzamos nuestra andadura. Después de dejar el coche, comenzamos a caminar en dirección a la boca del túnel y a los pocos metros atravesamos un puente que cruza sobre el río Engaña.

La zona, a pesar de tener rutas señaladas, está muy abandonada. Muy lejos de como tenía que ser la vida cotidiana en el poblado que se formó en la boca del túnel en su máximo apogeo, con muchas viviendas de trabajadores, chalets para los capataces, un economato, carpintería, taller mecánico, tres bares, una iglesia, una escuela, cine y hasta un hospital.

Ahora cuesta mucho creer que aquel lugar en el que convivían más de trescientas personas se haya convertido en un paraje desolado, en el que la maleza, la humedad y el silencio se han apoderado de sus sólidas edificaciones, recordándonos lo que fue, pero sobre todo lo que podría haber sido.

Dejamos el túnel y caminamos un kilómetro por una pista ancha entre ruinas de edificios pertenecientes al complejo del túnel y acompañados en todo momento por el cauce del rio Engaña. Lo volvemos a cruzar en una zona de ocio con asadores y zona de camping conocida como Covarones.





Alcanzamos un cruce en una cabaña de ganado y tomamos la senda de la izquierda, hasta llegar a otra cabaña llamada La Trechada.

Desde aquí continuamos por un sendero más estrecho de tierra y piedras que se internaba en un frondoso bosque.


Entramos en “Haya Grande”, un bosque de robles y hayas que comienza a coger más pendiente. Zigzagueando nos topamos con una gran sima por la que cae el agua en cascada. Es el  Sumidero de la Galguera. Un pequeño arroyuelo que baja entre los árboles  se precipita en cascada por una boca profunda y desaparece como si se la tragara la tierra. A esta cascada se la conoce como "Son de Agua".


Muy cerca hay una zona para realizar escalada en bloque o bouldering, que consiste en escalar bloques de roca o pequeñas paredes de arenisca  sin la necesidad de los materiales de protección convencionales para la escalada. La zona es conocida como Boulder de La Coteruca.


Continuamos hacia arriba hasta salir del bosque.  Saliendo del bosque disfrutamos de bonitas vistas de las cumbres cercanas y la singular crestería del Dulla a 1143 m. entre los valles de Valdeporres y Sotoscueva, que conforma una barrera rocosa sobre la orilla izquierda del rio Nela, al Sur de la Cordillera Cantábrica, dominada en esa parte por el conjunto de las montañas pasiegas.








Continuamos por el camino de tierra y lastras acotado por brezo y árgoma hasta ponernos a la altura de la zona conocida como La Coteruela. En este espacio explotado por los pasiegos burgaleses encontramos primero una cabaña abandonada que todavía sirve de refugio a algún pasiego. Y dentro de una zona de robles, restos de cabañas ya ruinosas, pero con buenos sillares, que son testigos de tiempos mejores.




Cruzamos al lado, de una gran finca  invadida por escobas, conocida como Prado Redondo de la Cubia a 1039 m, y en medio el monumental Roble Seco que visitaremos a la bajada.


Seguimos avanzando por la parte superior de La Coteruela y tomamos por la derecha una senda que se separa del camino ancho para subir sin tregua hasta el monumento natural oculto que alberga Las Merindades.







Paisaje de gran belleza, el sendero está muy pisado y es fácil seguirlo. Al rato nos encontramos a las puertas de Las Callejuelas. Laberinto de rocas areniscas, de cubos que forman callejas con una peculiaridad que estas callejas contienen tejos.

Una zona de bosque de hayas, robles y algún tejo escondía pasadizos y callejones, rodeados de altas paredes de roca. Estrechos pasadizos rocosos con formas caprichosas que hacían de la zona algo mágico.

Un precioso tejo dominaba la parte alta de Las Callejuelas. Comenzamos a explorar descubriendo pequeñas cuevas y pasadizos interesantes. Es increíble la cantidad de Estrechos pasillos rocosos en una zona tan pequeña. 

¿A quién no le encanta perderse en un laberinto y conseguir salir de él? Pues eso es lo que nos encontramos en  Las Callejuelas. Un precioso laberinto de rocas natural que sin ningún tipo de duda, no dejará indiferente a nadie. Un rincón único de visita obligada y que a pesar de ser un laberinto natural, no tiene ninguna pérdida.

Desde esta zona se puede seguir la ruta hasta la cercana cima del Nevero del Polluelo a 1513 m y que separa los valles de Trueba al Norte y Sotoscueva al Sur. Una cima que tenía un imán especial para mi querido amigo Aitona Marzagon y a la que nos llevó en varias ocasiones.


Después de la visita a este precioso lugar, bajamos de nuevo hasta las cabañas de La Coteruela para visitar la campa del roble seco. Llegamos a la campa del roble centenario y ya seco, que realmente impresiona ver. Está en mitad de la finca y parece un gigante extinto.

Entramos en la finca y nos recibe un gran roble centenario y ya muerto. Está en mitad de la finca y a 1039 m, y su gran tronco seco y hueco es testigo mudo del paso del tiempo por estos lugares.








Decidimos bajar a la cascada de la Osera, que distinguimos en el rio más abajo, descendemos siguiendo un difuso sendero entre árgoma alta que nos acerca al Barranco de la Osera y a su cascada. No es una bajada fácil, pero tampoco diría que sea dura o complicada. Cuesta seguir el camino, pero con paciencia bajamos a la parte baja del rio y nos enfrentamos a la cascada.

El río Engaña nace en la vertiente sur de los Montes de Samo, muy cerca del límite con Cantabria formando un espléndido valle. Debido a las fuertes pendientes, tanto su curso principal como los barrancos laterales que lo alimentan, se han formado bonitos saltos de agua. 





Pegando a la finca del roble seco, se encuentra uno de esos barrancos, el barranco de La Osera y escondida se encuentra la cascada del mismo nombre.  Decidimos hacerla una visita, y sabemos de su existencia porque nos lo ha comentado un joven montañero que hemos encontrado a la bajada de las Callejuelas.

El nombre se le da el arroyo Osera, que desemboca en el Engaña. Para llegar a la base, descendemos entre árgomas y debemos destrepar, con cierto cuidado, por la ladera rocosa para alcanzar, sin demasiadas dificultades la orilla del arroyo, entre piedras y cantos. Tenemos frente a nosotros la cascada de la Osera, un precioso salto en un espectacular paraje. 




Subimos por el mismo sendero de la bajada y  regresamos al túnel de la Engaña por la misma ruta de ascenso.

Llegamos al parking, en la boca Sur del malogrado túnel y regresamos a Balmaseda. La zona, a pesar de tener rutas señaladas, está muy abandonada. Muy lejos de como tenía que ser  la vida cotidiana en el poblado que se formó en la boca del túnel en su máximo apogeo, con muchas viviendas de trabajadores, chalets para los capataces,  un economato, carpintería, taller mecánico, 3 bares, una iglesia, una escuela, cine y hasta un hospital. 


En la actualidad, pasar es una odisea nada aconsejable, tras un primer derrumbe en los años 90, un desprendimiento en 1999 y otro posterior en 2005. Han tapiado la boca del túnel, pero sí pudiera hablar, seguro que nos contaría la historia de esa obra faraónica que se cobró vidas por derrumbamientos y la silicosis pero que nunca fue utilizada.




Hacemos una parada para comer en Sotoscueva, cerca de un lugar que merece otra visita. El Complejo Kárstico de Ojo Guareña, que  es con sus casi 100 km de desarrollo, el conjunto de cuevas más extenso de la Península Ibérica y uno de los 10 más grandes del mundo.

Pero eso será otra historia.

 










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